miércoles, 29 de julio de 2015

EL ATAQUE DE LOS MUERTOS SIN OJOS (1973)



Dir.: Amando de Ossorio

España.- Terror.- 91 Min.

Eastmancolor.- 35 Mm.

Sonido: Monoaural

Música: Anton Garcia Abril

Fotografía: Miguel Fernandez Mila

FX.: Amando de Ossorio / Amobag S.A.

Guión: Amando de Ossorio

Producción: Ramon Plana


Prod. Co.: Ancla Century Films



Intérpretes: Tony Kendall (Jack Marlowe), Fernando Sancho (Duncan), Esperanza Roy (Vivian), Frank Braña (Dacosta / Howard), Loretta Tovar (Moncha / Monica), Lone Fleming (Amalia) , Ramon Lillo (Bert) , Jose Canalejas (Murdo) , Jose Thelman (Juan), Maria Nuria (Nancy / Hija de Amalia), Juan Cazalilla (Comisionado), Betsabé Ruiz (Doncella del Comisionado), Marisol Delgado (Doncella), Luis Bardoo (Líder Templario), Francisco Sanz (Factor), Ramon Centenero (Campesino), Cristino Almodovar (Campesino)


Para un niño que volviendo de la escuela camino de casa contempla en un muro un cartel anunciando el inminente estreno de una película que se llama “El Ataque de los Muertos sin Ojos” y ofrece la amenazadora imagen de una calavera putrefacta escoltada por varios jinetes descarnados y encapuchados, la necesidad de entrar en el cine para descubrir los fantásticos horrores que promete el anuncio puede llegar a convertirse en una obsesión.

Pasaron muchos años hasta que una pegajosa tarde de verano pude verla en formato VHS en casa de una amiga junto a otros personajes y personajas tan anómalos como el que suscribe. Fue una decepción, no estábamos en las mejores condiciones de receptividad y eran días en que los entrañables clásicos del fantaterror español difícilmente podían competir con la ola de terrores que nos llegaba de fuera con “Posesión Infernal” (1981), “La Cosa” (1982), “Re-Animator” (1985), “Aquella Casa al Lado del Cementerio” (1981), “El Día De los Muertos” (1985) u otras cintas excesivas que copaban cines y videoclubes. Además la edición que alquilamos del film de Ossorio estaba notablemente mutilada en sus aspectos más sanguinolentos.

Ahora desde la serena distancia podemos recuperar la versión íntegra de esta obra y paladearla sin prejuicios y sin esperar de ella más de lo que realmente es. Porque el gran problema de este film es que tiene un título que le viene grande. “El Ataque de Los Muertos Sin Ojos” es sin duda uno de los nombres más poderosos y psicotrónicos que jamás ha tenido una película. Para promocionarla está muy bien pero provoca que las expectativas del posible espectador se disparen acarreando después en muchos casos una pequeña decepción.





En la aldea portuguesa de Bouzano, una horda de lugareños tiene acorralados a los integrantes de una orden templaria a las puertas de su abadía. Los acusan de brujería y van a matarlos. El líder de los Caballeros maldice a sus verdugos y promete regresar de la muerte a lo que el portador de la antorcha replica quemándoles los ojos para que no puedan encontrar el camino de regreso. Poca lógica tiene este acto ya que los van a quemar enteros. Suponemos que la decisión es producto de la tensión e intensidad del momento.



Quinientos años después, aproximadamente en 1970, Bouzano celebra sus fiestas patronales en las que se rememora con muñecos y fuegos artificiales la quema de los supuestos brujos.

Murdo, un pobre tipo contrahecho que custodia las ruínas del templo tiene una vida muy arrastrada, los niños se burlan de él y le apedrean.





Para vengarse hace un ritual que habrá de invocar a los Templarios y traerlos de regreso al mundo de los vivos. El cree que ellos serán sus amigos y le ayudarán a devolver a los vecinos todo el desprecio y el odio recibido a lo largo de su triste existencia.

En el pueblo tienen sus propias preocupaciones. Los lugareños en bailar y emborracharse y las autoridades en acosar a Jack, el pirotécnico, con quien Vivian, la prometida del Alcalde, quiere fugarse para continuar una aventura amorosa que tuvieron años atrás y se vio interrumpida.

El ferroviario de guarda intenta avisar pero no le hacen caso.

Un escuadrón de jinetes de ultratumba con muy malas intenciones se aproxima al pueblo.





Los que sobreviven al primer ataque se refugian en la Iglesia donde tendrán que hacerse fuertes ante el cerco de criaturas fantasmales.

Amando de Ossorio, coruñés grandullón de signo aries no parece coincidir con la imagen que podríamos tener del director de un film como este que podría ser la de un Ted V. Mikels.

El gallego, elegante y educado se inició como director en el NODO, un noticiario del régimen que se proyectaba antes de la película en los cines españoles  hasta finales de los años 70.

Pero Ossorio lejos de querer medrar comercialmente ofreciendo al gran público cine costumbrista y rancio de risa, lágrimas o emociones fáciles adepto al modelo estatal, se descolgó con un tipo de cine sombrío, inteligente y de crítica soterrada a la España negra.

La parte negativa es que siempre se vio obligado a trabajar con presupuestos muy limitados y a buscar financiación para sus proyectos hasta debajo de las piedras.

Amante del cine clásico de Hollywood, tampoco estaba dotado para dar a sus films la grandeza creativa y visual de sus admirados John Ford, Howard Hawks o Alfred Hitchcok. Estas carencias las compensaba con imaginación, picaresca y pasión.

En la tetralogía que inició con “La Noche del Terror Ciego” (1972) el director construye una imaginería propia partiendo de los clásicos de la Universal y de la Hammer que combina con el folklore de su tierra y con las leyendas románticas de Bequer, la Santa Compaña etc.

El éxito del primer film "La Noche del Terror Ciego" (1972) desembocó en una segunda parte más agresiva en todos sus aspectos: “El Ataque de los Muertos sin Ojos”.

En esta película se dibuja con ácida retranca una imagen sarcástica de los usos y costumbres del pueblo español y de sus autoridades en el franquismo rural sin apartarse en ningún momento del objetivo principal que es divertir a la audiencia y obtener buenos ingresos en taquilla.








Necesariamente había que torear a la censura y aunque nos reconocemos claramente en el filme, la acción aparece supuestamente situada en Portugal y los nombres de los personajes principales son anglosajones (¿?): Jack Marlowe, Duncan, Bert...

La forma en que se muestra a los paisanos en los preparativos y posterior verbena es tierna e implacable a la vez.

Llama la atención como los protagonistas se pasan buena parte del film bebiendo y fumando compulsivamente. Ossorio conocía bien nuestra idiosincrasia.

El Alcalde Duncan, el Comisionado, el Guarda de la estación son paródicos. Demasiado toscos para levantar sospechas pero lo bastante evidentes para ser mordaces.

Duncan es un cacique preocupado por poner a salvo su dinero antes que por salvar a sus vecinos. Un personaje a la medida del experimentado Fernando Sancho.

Escena antológica: 

Cuando intenta convencer a una niña de que su padre le espera fuera de la Iglesia con unos pasteles. En realidad lo que hay en el exterior son los Templarios y la idea de Duncan es poder llegar al coche mientras los resucitados se ocupan de la cría.





Jack Marlowe (sic) es el protagonista. Arrastra un turbio pasado como Capitán de Ingenieros en el que de alguna forma que no nos queda del todo clara fue clave Vivian, la chica de Duncan. Un tipo duro, un antihéroe, líder natural que ha rehecho su vida como técnico pirotécnico. No vemos a sus empleados ni furgoneta alguna, solo un destartalado Citroen Mehari de color butano en el que aparece pintado en naranja un pequeño letrero bajo el parabrisas donde con dificultad leemos: “Pirotecnia – Galaxia”.






Por cierto, los fuegos artificiales son cutres pero interminables. Se repiten una y otra vez cansinamente durante la verbena.

Dacosta es el hombre de confianza de Duncan. El típico individuo rastrero que obedece como un perro a su amo pero que en el fondo le envidia por su dinero y por su mujer de la que está enamorado.
La primera tensión entre Dacosta y Marlowe viene cuando en la plaza del pueblo el Alcalde pide “Whisky” para todos. Vivian dice “Yo prefiero cerveza” y el sicario la espeta “Duncan ha dicho Whisky para todos”. El pirotécnico toma un bote de cerveza caliente sin soltar el cigarro y ofrece a la mujer un vaso de tubo lleno de espuma. Desde ese momento Dacosta espera el momento en que Duncan le ordene poner en su sitio a Marlowe.





Hay muchos momentos como este en el film donde se evidencia la pasión de Ossorio por el Western.

A pesar de todo, al final, en la Iglesia durante el asedio, Dacosta no dudará en ponerse a las órdenes del forastero para hacer frente a la amenaza Templaria. Pero el que nace traidor muere traidor.

Bert es un funcionario obediente. Amalia, su esposa, es la actriz Lone Fleming y esta si que tiene ojos, enormes y bellísimos. Junto con su hija, los tres tendrán roles importantes durante el asedio en la Iglesia.
Ver a los tres componentes de la familia huir del Ayuntamiento subidos en una poderosa motocicleta de fabricación española “Sanglas” es una escena que casi nos hace aflorar una lagrimita de nostalgia.






¿Qué se puede decir de Esperanza Roy? Una de las lagartonas más señeras del cine español. La madrileña no está especialmente favorecida por el exagerado maquillaje que le pusieron y además no podemos escuchar su característica voz porque los actores están doblados pero borda su rol de mujer fatal que provoca confrontaciones entre los gallos del corral. Protagonista en todo momento, intercambiando miraditas con Marlowe. Vemos un poco de chicha en su enganchón con un enfebrecido Dacosta.

No me resisto a reseñar la escena en que ella le manda un besito al pirotécnico que está vigilando el exterior. Es el único momento de la película en que a él le vemos sonreir. Un instante surrealista en el contexto en que se produce.




Jose Canalejas encarna de forma extraordinaria al siniestro “Murdo” dotando al personaje según el momento de ridícula comicidad o de una aguda inteligencia de pillo . Le pierde su fijación con las mujeres.

Entre la carcajada y el asombro nos quedamos cuando Marlowe y Vivian le sorprenden espiándoles mientras se hacen arrumacos. Ella le reprende: “échese novia” y él responde mientras se marchan “Si ya la tengo…”. Al momento descubrimos con horror a lo que se refiere.





En la edición íntegra podemos disfrutar de varios momentos gore bastante subiditos para 1973, algún corazón extraído, algún miembro seccionado, mandobles profundos… no está mal.




Es una lástima que Ossorio no estuviese un poco más cualificado para sacar más partido al gran momento del ataque de los jinetes espectrales sobre la gente que está en la verbena. Aun así es bastante disfrutable.






Están bastante cuidadas toda apariciones de los Templarios después de su resurrección. Contribuye para ello la mágica banda sonora del maestro Antón García Abril con cantos gregorianos guturales grabados al revés y efectos de sonido que acompañan al nebuloso ralentí al que galopan los caballos fantasma.
Recomiendo al lector que vea en soledad está película que lo haga a oscuras y con auriculares a bastante volumen para dejarse atrapar por estas originales atmósferas.





Puede llevar a confusión el empleo poco correcto de filtros para crear “noche americana”. Es decir, filmar de día pero aparentando oscuridad. A veces parece que es de día, de noche, de día otra vez, de noche…

El Comisionado es un personaje que le viene al pelo a Ossorio para meter un poco de mala baba contra las Instituciones de la época. Responde a las llamadas desesperadas del Alcalde Duncan desde la cama, ayudado por la sirvienta que en salto de cama le traduce gestualmente con mímica los conceptos que no entiende. 






Concluyendo que al otro lado de la línea están todos borrachos da por terminada la conversación con un discurso pomposo y retórico propio del régimen. Todo esto en clave de comedia, claro, para no buscarse problemas con el Departamento Nacional de Cinematografía.

El pueblo queda abandonado a su suerte.

“El Ataque de los Muertos sin Ojos” es una película que a estas alturas nos puede parecer un poco infantil pero es divertida, original, atmosférica y contiene algunas caùsticas estampas de la sociedad de la época, de nuestra cultura rural y sus bajas pasiones.

Imprescindible la versión de 91 Minutos.


Notas:

La tetralogía templaria de Amando de Ossorio se completa con la primera “La Noche del Terror Ciego” (1972), la tercera “El Buque Maldito” (1974) y “La noche de las Gaviotas” (1975)








Calidad cinematográfica:  6`75


Psicotronia:  7


Gore:  6

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