viernes, 18 de agosto de 2017

TRES LANCHEROS MUY PICUDOS (1989)



-Dir.: Adolfo Martínez Solares

-Mexico .- 96 minutos.- Color

-Comedia / Caspa / Trash / Serie Z

-Música: Ernesto Cortázar hijo; Memo Muñoz y sus 9 de Colombia: “Cumbia de Los Lancheros”

-Coordinador de acción y peligro: Bernabe Palma

-Coordinador de artes marciales: Prof. Diego Rodriguez Rubi y sus alumnos

-Efectos Especiales: Arturo Godines


-Perros de Jorge Grijalba y su mundo salvaje

-Fotografía: Armando Castillon

-Guión: Adolfo Martínez Solares, Gilberto Martínez Solares

-Presupuesto: $25,106,000

-Recaudación: $340,613,489

-Producción: Adolfo Martínez Solares; Gilberto Martínez Solares; Santos Soberon; Alejandro Soberón Kuri

-Prod. Co.: Producciones Frontera Films

-Calificación moral: ATP (Apta para todos los públicos)


Intérpretes: Alfonso Zayas (Roberto), Hugo Stiglitz (Hugo); Lina Santos (Linda); José René Ruiz (Tun Tun), César Bono (Armando); Roberto Ballesteros (Ricardo); Rosario Escobar (Rosario); Claudio Báez (Gustavo), Queta Carrasco (Abuelita)….


Esta película consiguió tal éxito de público durante su exhibición en cines recaudó trece veces el dinero invertido en su producción. Se trata de una comedia social, algo que podríamos equiparar al cine cómico español en los últimos años del franquismo y la transición, comedias descocadas donde el españolito medio salía airoso de embrollos representativos de la vida cotidiana, el sexo con mujeres despampanantes, las penurias económicas, la vida en la ciudad hostil para el emigrante inocentón etc. Es un modelo de cine discutido por lo engañoso de su testimonio de la realidad y por sus nulas cualidades educativas o artísticas pero a todas luces reivindicable en cuanto a que su principal objetivo consistente en divertir al público durante 95 minutos lo consigue plenamente. En casos como éste siempre recuerdo la escena de “Los viajes de Sullivan” (1941) de Preston Sturges en la que un grupo de presidiarios recluídos en una oscura cárcel olvidaban sus penas riendo a mandíbula batiente durante la proyección de un film de dibujos animados.
Y es que “Tres lancheros muy picudos” es una película muy divertida. Un proyecto familiar, dirigido por Adolfo Martínez Solares y escrito y producido a medias con su padre el veterano y prolífico director Gilberto Martínez Solares, experto en realizar cine para el consumidor poco exigente.

Argumento:

La trama sobre la que se sostiene esta historia no puede ser más penosamente tópica. En la zona de espera de un aeropuerto una guapa viajera y un mafioso intercambian por error sus bolsas de viaje que son idénticas. La del malhechor contiene una elevada suma de dinero que iba destinada a pagar un alijo de droga.
La chica es la novia de Roberto que viene a Acapulco de visita. Los hampones cuando descubren el cambiazo van a buscar la maleta y Roberto tiene que escapar a Mexico en compañía de sus amigos Armando y Tun Tun. En la capital tendrán que buscarse la vida para subsistir mientras los delincuentes siguen su pista.

Comentario:

“Picudos” es una expresión que según el diccionario de chilanguismos se traduciría al español como “molones o de buena calidad”. Los lancheros son individuos que pasan su tiempo en la playa y tienen por oficio los relacionados con enseñar buceo, pasear en pedalos o en lancha etc. a visitantes y turistas. En realidad son pícaros de playa al estilo de Fermín Trujillo pero en mongoloide, que pasan el tiempo holgazaneando y resbaloseando con las mujeres que se ponen a su alcance.

La calidad técnica del film es la suficiente para hacerlo ameno. Sobre este aspecto entrar en otras consideraciones tiene poco sentido. La fotografía es luminosa y permite ver de manera diáfana las costas de Acapulco, territorio donde los sinvergüenzas intentan ganarse la vida como buenamente pueden sin demasiado esfuerzo. La cumbia de “Memo Muñoz y los 9 de Colombia” es una perfecta banda sonora para empezar a familiarizarnos con Roberto, el protagonista, que aprovecha cualquier ocasión para ligar o manosear mujeres en bikini. El humor es chabacano e infantil, con abundantes equívocos y dobles sentidos marranos en el lenguaje, situaciones ridículas y gesticulaciones bufonescas del todoterreno Alfonso Zayas que cuando se junta con Cesar Bono (Armando en este film) forman una pareja del estilo de los Hermanos Calatrava.

El enano Tun Tun, nombre artístico de José René Ruiz, ofrece paseos en paracaídas arrastrado por lancha en lo que se llama “parasailing”. Hugo Stiglitz es su cliente que resulta ser capo de un clan mafioso. La incompetencia de Tun Tun hace que su cliente acabe chocando con un edificio. El lanchero se ve obligado a huir dejando el negocio a cargo de su sobrino que es un niño.

Tun Tun es un personaje delirante. No es el típico enano entrañable como Torrebruno o Michael Dunn ni glamouroso como Peter Dinklage. Jose Rene Ruiz es de rostro parecido a El Fary, panzudo, desgarbado, malhumorado, astroso y se gasta un vocabulario que haría ruborizar a La Veneno (QEPD). Pero hay que decir que en estos papeles de marginal y gente lumpen se movía de forma muy natural y tenía un talento innato para la comicidad. Hay que decir que la voz tan particular que le escuchamos en esta película no es la suya, está doblado.

Uno de los aspectos que más me han impactado de este film son las mujeres. Muy lejos del estereotipo de rubias oxigenadas y siliconadas que se llevaba en los ochenta en Hollywood. Estas actrices son altas, de pecho pequeño, negras cabelleras y anchas caderas. Afrontan con raza y naturalidad las exigencias del caótico guión. Sin complejo en mostrar incipiente barriguita ni frondosidad púbica. Con ojos gatunos y boquita carmesí capaces de transmitir una ardiente sensualidad en las escenas más subidas de tono. Han hecho replantearme mis conformistas gustos hacia el sexo femenino. Ya recuerdo haberme llevado una fuerte impresión durante mi infancia contemplando una secuencia de “El regreso de los peros callejeros” (1980) con el enorme pandero de una exótica morena que seducía al protagonista. Lo que en su momento me pareció desconcertante actualmente lo rediezcubro como suculento. Debo indagar en este tipo de cine y en otro subgénero hermano, el de ficheras.

Rosario (Rosario Escobar), la novia de Roberto es un buen ejemplo. Al niño Pepito se le cae la baba mirando por la ventana como su admirado playboy de tercera se la beneficia mientras ella se restriega una rodaja de melón por el pecho. Es un polvazo soez y cateto pero estimulante.

Todo transcurre entre ambientes típicos de ciudad costera que ahora se nos antojan kitsch y vintage pero que transmiten sensación de agradable familiaridad.

El equívoco de las valijas provoca una situación de inesperada violencia. El actor Roberto Ballesteros que debe ser el peruano más grande de la historia de la humanidad interpreta al bandido Ricardo. Se da un cierto aire al demonio Gene Simmons. Miembro de la banda de Hugo recibe en un apartamentucho suburbial a los narcos que traen la farlopa que él tendría que pagar con el dinero de la maleta. A los traficantes hay que verlos, parecen gitanacos de las tres mil viviendas vestidos a la moda taleguera de los setenta. La que se lía en un momento es de aupa, con tiros, puñetazos y sorprendentes coreografías de artes marciales de barrio. Llama la atención que durante la pelea en algunos momentos Ricardo lleva el pelo bien recogido con coleta y en otras lo lleva más suelto.
Si esta película se hubiera estrenado en España en los ochenta probablemente le habrían adjudicado la clasificación “S”, no sólo por las escenas de sexo softcore con ellos follando en calzoncillos y ellas exhibiendo tetamen y felpudo sino por alguna que otra escena moderadamente sangrienta que pilla al espectador desprevenido.

Roberto (Alfonso Zayas) tiene buen corazón y quiere devolver el dinero pero se encuentra con su amigo Armando (Cesar Bono), un pillo con pocas luces que le convencerá para apostar a las peleas de gallos. La cosa no sale bien y deciden marchar a Mexico ciudad donde se reunirán con Tun Tun que hace el trayecto en una especie de ala delta.

Ya en la capital Roberto y Armando van primero a buscar a una amante de este último pero la mujer no se alegra de recibirlos.

Otra característica de los personajes femeninos de esta película es su bravura. Igual arrean botellazos en la crisma que atizan hostias como panes a puño cerrado.

Al no encontrar la posada prevista van a buscar a Lina, una amiga de Roberto quien si los acoge aunque el cansino de Armando tiene que dejar la residencia por patán enfrentado a una compañera de la anfitriona.

Este pasaje sirve para introducirnos en el mundo de la prostitución a domicilio. En tono chistoso se dejan caer algunas sombras sobre la profesión y sus conexiones con el mundo del hampa.

Armando acaba encontrándose con Tun Tun y en sus peripecias para subsistir sin dinero en la ciudad llegan los pasajes más divertidos de la película. La sucesión de gags es frenética a un ritmo entre el slapstick y los tebeos de Mortadelo y Filemón, rayando en el surrealismo y sin apenas pausa hasta llegar al final donde los tres amigos se las tendrán que ver cara a  cara con los hampones.

Hay varios detalles que denotan improvisación en el guión como las repetidas veces en que empiezan la escena Roberto y Tun Tun diciendo uno de ellos “llevo tres días sin comer” o que el dolor por la pérdida de una amiga se resuma en “he pasado mala noche por lo de ayer”


Algunos ejemplos de diálogos idiotas:

Armando: - ¿Qué soy?
Roberto:  - Un pendejo
Armando: - ¡No! No te digo qué soy yo sino qué día es hoy….

Otro de dos Policías después de una redada en un club gay:

Policía 1: - Misión cumplida Comandante, agarramos a todos los mujercitos
Policía 2: - ¡Qué chingones somos!

Momentos destacables: 

-La brutal pelea entre bandas

-La pelea de gallos. Aquí no hay CGI, los picotazos y espolonazos son reales

-El asalto de los criminales a casa de Rosario

-El lenguaje grosero de Tun Tun

-Tun Tun queriendo engañar a la interventora del autobús para pagar sólo medio billete

-El momento Pretty Woman a la inversa de Linda y Roberto en la boutique

-Armando y Tun Tun en el centro comercial y la absurda pelea a patadas embutidos en fundas protectoras para trajes

-El genial sketch de la venta de sangre en el laboratorio “chueco”.

-La descabellada visita al local de ambiente con intención de atracarlo

-La cara de Armando bajando en silla de ruedas las escaleras del parque. Da la impresión de que temía realmente por su integridad física.

-La frase de Armando al mafioso caído que resume la filosofía vital de estos personajes y con la que se supone que se ha de identificar el público: “Tu eres karateka pero yo soy un hijo de la chingada”

 “Tres lancheros muy picudos” es cine basura pero ya quisieran muchos directores subvencionados ser capaces de hacer en algún momento de su carrera una película que de verdad le guste al público y reporte beneficios. Muy divertida.

Notas:

(Filmografías completas aquí)

-Alfonso Zayas, galán de todo a cien, cómico chabacano y gesticulante pero muy profesional capaz de interpretar sin complejos los personajes más disparatados.

-Cesar Bono es polifacético actor de comedia especializado en pícaros de sustrato humilde. Muy popular en su Mexico natal.

-El austro-mexicano Hugo Stiglitz es un clásico de la psicotronia mexicana. Fue homenajeado por Tarantino en “Malditos Bastardos” adjudicando su nombre al personaje interpretado por Til Schweiger. Observando lo abultado de su filmografía nos preguntamos si este hombre durante su vida ha hecho otra cosa aparte de trabajar en el cine.

-El gigantón peruano Roberto Ballesteros ha dedicado casi toda su carrera a las telenovelas y en sus incursiones cinematográficas ha desempeñado eficazmente el rol de villano.

-José René Ruiz popularmente conocido como Tun Tun y lamentablemente ya desaparecido nos dejó una pequeña colección de comedias en las que su presencia siempre era un valor añadido.

-Lina Santos (Linda) fue Miss Coahuila a los 18 años y ha sido una prolífica estrella en su país. Algunos fans la llaman “caderotas”, no sé porqué será.

-Rosario Escobar (Rosario) es otra de las infartantes actrices mexicanas que deslumbran en este film. Su filmografía no es tan apabullante como las de sus compañeros de reparto pero seguro que vale la pena indagar en ella.

El director Adolfo Martinez Soares es digno sucesor de su padre Gilberto en el arte de hacer películas como churros para conseguir buenos ingresos de taquilla dejando en segundo plano la inquietud artística. Psicotronia no apta para sibaritas del séptimo arte.





Calidad Cinematográfica:  5


Psicotronia:  8


Gore:  5