jueves, 9 de enero de 2014

EL CLUB DE LA LUCHA.- DAVID FINCHER (1999)









Fight club. EE.UU. 139 Minutos. 

Color Technicolor. 35 Mm.

Dolby DTS. Musica: Dust Brothers










POCAS VECES EL CARTEL PROMOCIONAL DE UNA PELICULA HA SIDO TAN DESAFORTUNADO



Intérpretes: Edward Norton, Brad Pitt, Helena Bonham Carter, Meat Loaf, Richmond Arquette, Zach Grenier…


Recuerdo haber visto el trailer promocional de esta película en un cine y que me dio bastante repelús: Brad Pitt, pastillas de jabón, hombres semidesnudos… mala pinta. 

Paradójicamente esta impresión es la que decidieron transmitir al público los productores para intentar potenciar la comercialidad de un producto en el que no confiaban. Consiguieron el resultado opuesto, un batacazo en la taquilla. Las fans de Brad Pitt no se entusiasmaron ante la perspectiva de ver a su ídolo en un film oscuro y sospechosamente gay.

Como mucha gente se empeñaba en recomendármela acabé finalmente alquilándola en el videoclub (qué tiempos). Me sorprendió y me gustó.
Hace pocos días la volví a ver y me volvió a gustar.



Cuando uno se pone a escribir sus impresiones acerca de una película procura evitar desvelar sorpresas argumentales para no reventársela a quien pudiera leer estas líneas sin haberla visto. No es fácil con “El club de la lucha” porque durante una extensa parte de la historia las cosas no son en absoluto lo que parecen. Se nos van dejando pistas, sabemos que estamos viendo un flashback pero no encajamos las piezas hasta el final.













“El narrador” (Edward Norton) es un perito que trabaja para una importante empresa automovilística. En su oficio se ve obligado a lavar trapos sucios de la compañía respecto a la seguridad de algunos vehículos. Vive bien, gana dinero pero empieza a sentirse vacío y a tener problemas de insomnio. Empieza a frecuentar lugares donde se reúnen personas enfermas o con adicciones graves para hacer terapia de grupo. El trato con gente que vive con la humanidad a flor de piel le devuelven la sensación de estar vivo y en equilibrio. Pero esta rutina que le proporciona paz se rompe con la intromisión en las reuniones de Marla (H. Bonham Carter), una chica solitaria que vive en semimarginalidad con la que finalmente entablará una singular amistad.

Motivos profesionales hacen que “El narrador” viaje con frecuencia. En un avión conocerá a Tyler (Brad Pitt), un personaje independiente, seductor, seguro de si mismo y nihilista.














Tiempo después de ese breve encuentro “El narrador” se encuentra una noche con que su apartamento ha explotado a causa de un accidente doméstico. Desorientado se decide a llamar a Tyler y a partir de esa noche entablan una amistad que les llevará a vivir juntos. Van cogiendo confianza y en una salida nocturna después de unas cuantas cervezas empiezan a atizarse guantazos en un catárquico ejercicio de primitiva brutalidad que reforzará los lazos entre ellos. Esta práctica pugilística resulta ser contagiosa y no tardan en agrupar a un buen número de noctámbulos insatisfechos con sus anodinas existencias con quienes formarán un clandestino club de la lucha.













Y aquí empieza aparentemente la verdadera deconstrucción de “El narrador”, de la persona que venía siendo hasta llegar a tocar fondo para renacer como alguien nuevo y con un objetivo: combatir el sistema que le anuló como ser humano y que controla los hábitos y las vidas de la ciudadanía con falsos valores impuestos y superficiales a los que se ven abocados mediante la manipulación que ejerce el consumismo.


“El club de la lucha” es una película intensa, bien realizada, medianamente compleja que te engancha desde el principio hasta el final. Es la historia de una revolución personal consecuencia de una especie de viaje iniciático emprendido por el protagonista.

No me llega a parecer un film redondo en este aspecto. Se manejan conceptos interesantes pero en los que se podría haber profundizado bastante más. La idea de destruir la civilización anulando la deuda de las tarjetas de crédito que esclaviza a la población es interesante pero no creo que esté bien explicada o fundamentada para tener una buena perspectiva de la magnitud del sabotaje. A grandes rasgos todo queda como una versión de andar por casa de “V de vendetta”.


Pero a pesar de que podría haber dado más de si es una película que vale la pena ver, por su tenebrosa brillantez visual, por lo enérgico de su propuesta, por el sorprendente desarrollo de la trama o por el impecable trabajo del gran Edward Norton.

Apabullante también la interpretación de Brad Pitt, un actor que parece que se crece en los papeles menos agradecidos. Para mi gusto los mejores papeles de su carrera son el de este Tyler Durden y el de Early Grayce, el Psycho White-trash de “Kalifornia” (1993).

Sensacional también la aportación del gran “Meat Loaf”. No se que me sorprendió más, si verle con tetas o verle con el pelo corto. Parece que este es ya su look habitual. El del pelo, no el de las tetas.


























Calidad cinematográfica:       7

Psicotronia:                             6

Gore:                                        6

miércoles, 1 de enero de 2014

NO PROFANAR EL SUEÑO DE LOS MUERTOS.- JORGE GRAU.- 1974







Terror. España/Italia. 93 minutos.


Color (Eastmancolor). 


Estéreo 4 pistas. 35 Mm.


Música:  Giuliano Sorgini. 


FX: Maestro Gianetto De Rossi




Intérpretes: Ray Lovelock, Cristina Galbo, Jeannine Mestre, Arthur Kennedy, Aldo Massaro, Jose Lifante, Fernando Hilbeck, Vicente Vega, Isabel Mestres…


Recuerdo que vi esta película como parte del ciclo de películas de terror que presentaba en  a principios de los 80.Televisión Española el gran Narciso Ibañez Serrador , “Mis terrores favoritos”. El advirtió durante su particular introducción,  lavándose las manos con sangre,  que era una película bastante fuerte. Y vaya si lo fue, al día siguiente no se hablaba de otra cosa en el colegio o en cualquier otro sitio. Zombis caníbales por la tele en unos años en los que lo más violento que podíamos ver por televisión era la serie Starsky y Hutch.

Pero este film además de un repertorio de escenas  que dejaban poco a la imaginación consigue momentos verdaderamente angustiosos combinando la herencia de George A. Romero con el particular universo de Jorge Grau. El director catalán siempre buscó envolver sus películas con aires de progresismo y mensaje pero sin el talento de Vicente Aranda o la comicidad (a veces involuntaria) de Eloy de La Iglesia consiguiendo productos comerciales pero incómodos por sus altas dosis de morbo que los situan claramente en los terrenos de la psicotronia.


No profanar el sueño de los muertos es una producción hispano italiana ambientada en el Reino Unido. De esta particular combinación tenemos escenarios y paisajes muy atractivos y unos personajes que esparcen caspa latina en cada interpretación y diálogo por mucho que el guionista se sirviera de expresiones como “muñeca” o “Weekend” para los diálogos o haga constantes referencias al entorno británico. Recuerda más a las historietas de Sir Tim O´theo que a las producciones Hammer.

El plantel de actores es muy competente, desde el italiano Ray Lovelock curtido en spaghetti-policiacos, el  brillante secundario Arthur Kennedy que encarna al inspector, los zombies patrios Fernando Hilbeck y Jose Lifante, la todoterreno Cristina Galbo, Jeannine Mestre de formación teatral clásica y un pequeño pero memorable papel para la sensual Isabel Mestres que comenzaba con “No Profanar…” una ascendente carrera hacia el éxito.

La coartada argumental pretende ser ecologista:  los muertos se levantan irritados y agresivos por causa de una máquina de ultrasonidos contratada para exterminar plagas de insectos y pequeños animales perniciosos para la agricultura.

No está mal, pero ya me explicarán que tiene que ver esta premisa conque después los zombies que primero se han levantado por los efectos nocivos de la tecnología sobre los sistemas nerviosos primarios transmitan la capacidad de levantarse a otros muertos restregándoles los ojos con sangre fresca, que no aparezca su imagen en fotografías o que conviertan en no muertos a los vivos que han sido mordidos por algún zombi.













Da igual. La cuestión es que la película te va atrapando poco a poco mediante una doble intriga propiciada por un comisario hijo puta y reaccionario que está convencido de que la pareja protagonista es la culpable de todos los crímenes mientras que el chico bueno intenta desesperadamente detener la catástrofe.
















 El pulp policiaco deja paso al terror puro cuando visitan el cementerio para asegurarse de que el primer zombi con el que se tropezaron está realmente muerto. Es durante este pasaje cuando ya nos damos cuenta de que el realizador no está de broma y tenemos los momentos más brillantes y terroríficos del film.













A partir de este punto ya la película entra en un ritmo frenético de pesadilla con persecuciones, suspense, un sangriento clímax en el hospital y un delicioso epílogo totalmente pesimista aunque algo previsible.













Vista ahora, la película ya no me impacta tanto como cuando la vi siendo un crío pero todavía es muy disfrutable y puede ser considerada sin problemas un clásico del género zombie y un producto de culto por sus particulares características.

La versión de 92 minutos está bien pero da la impresión de que le falte alguna escena. Creo que hay una de 95 m. y una edición especial en DVD.










CALIDAD CINEMATOGRÁFICA:      7


PSICOTRONIA:                                7


GORE:                                              7