Dir.:
Andrei Tarkovsky
Unión
Soviética.- 167 Minutos
Ciencia
Fición.
16,
35, 70 Mm.- 2.35:1
Eastmancolor.-
Monoaural.
Música:
Eduard Artemev.
Música
adicional: J. S. Bach. Preludio coral
para órgano en Fa menor BWV 639 Ich ruf zu Dir, Herr Jesu Christ
FX.:
Mosfilm F/X Unit, A. Klimenko, V. Sevostyanov, Vera Rudina(Maquillaje)
Guión:
Fridrikh Gorenshteyn, Andrei Tarkovsky.
Fotografía:
Vadim Yusov.
Producción
Comp.: Creative Unit of Writers & Cinema Workers, Kinostudiya ''Mosfilm'', Unit
Four.
Intérpretes:
Natalya Bondarchuk (Khari), Donatas Banionis (Kris Kelvin), Jüri Järvet (Doctor
Snaut), Vladislav Dvorzhetskiy (Piloto Anri Berton), Nikolay Grinko (Nik Kelvin
Padre), Anatoliy Solonitsyn (Doctor Sartorius), Olga Barnet (Madre Krisa
Kelvina), Vitalik Kerdimun (Hijo Anri Bertona), Tatyana Malykh (sobrina Krisa
Kelvina)…
A
veces el cine deja de ser un producto comercial o de entretenimiento para
convertirse en el soporte para que el artista desarrolle su obra. Así se
producen obras como “Roma”( 1972) de
Fellini, “Muerte en Venecia” (1971) de Visconti, “Tren de Sombras” (1997) de
Jose Luis Guerin, “Mulhollan Drive” (2001) de Lynch, “Barton Fink” (1991) de
los Cohen, “2046” (2004) de Wong Kar Wai… etc.
Películas
en las que el realizador cuenta con libertad de crear sin preocuparle la
aceptación del gran público para horror de los productores que respiran
aliviados cuando el film es bien recibido por la crítica y obtiene reconocimiento
en importantes festivales internacionales.
“Solaris”
es una adaptación de la homónima novela del escritor polaco Stanislaw Lem. Ya
había sido adaptada para la televisión soviética en 1968 y lo sería en 2002 por
Steven Soderbergh con George Clooney.
Es una película larga, lenta, de prolongados silencios y extensos diálogos de contenido profundo. Donde la imagen tiene un protagonismo expresivo fundamental y los actores deben hacer un trabajo milimétrico en cada gesto, en cada palabra.
Es una película larga, lenta, de prolongados silencios y extensos diálogos de contenido profundo. Donde la imagen tiene un protagonismo expresivo fundamental y los actores deben hacer un trabajo milimétrico en cada gesto, en cada palabra.
El
Doctor Kris Kelvin astronauta y psicólogo es citado por su padre en la casa de
campo de la familia donde se encuentra con el cosmonauta Berton. Es el día en
que Kelvin se despide de su padre porque va a partir hacia el planeta Solaris.
Berton volvió del planeta habiendo experimentado unas visiones que la grabación
de la nave no registró y trata de convencer a Kelvin de que no se deben de
tomar medidas extremas contra las experimentaciones en el lugar. El Estado
Mayor lleva años estudiando el planeta suponiendo que puede albergar alguna
clase de inteligencia pero la falta de resultados demostrables puede precipitar
el abandono del proyecto.
Kelvin viajará a la estación espacial que orbita en la
zona para examinar lo que allí ocurre y preparar un informe que será
determinante.
Berton se marcha irritado y molesto con la fría lógica del psicólogo que no le toma en
serio.
Kelvin
encuentra las instalaciones de la estación en un estado deplorable de abandono
y a los dos científicos (el tercero se suicidó) huidizos y retraídos por un misterio que se resisten a compartir.
El recién llegado examina las grabaciones del fallecido y
se encuentra con el mismo mensaje: “Pasarán cosas”.
Kelvin
se acuesta para descansar y cuando despierta se encuentra con algo inesperado,
la presencia de una persona querida que creía muerta desde hace mucho tiempo.
Tarkovski,
hombre de sólida formación en las artes clásicas y de profundas inquietudes
existenciales solía decir que no estaba muy conforme con el resultado final de
“Solaris” porque no había logrado desmarcarse de la ciencia ficción como
género. Yo creo que se exigía demasiado a si mismo porque en esta película hay
lecturas como para que cada vez que la veamos descubramos cosas nuevas. Y
conseguirlo respetando y redefiniendo los cánones de un determinado tipo de
cine justifica que se le considere un maestro.
Para
promocionar “Solaris” fuera de la URRSS las distribuidoras hacían referencia a
ella como: la respuesta soviética a “2001: Odisea del Espacio”(1968) y hay
quienes niegan rotundamente que la una tenga algo que ver con la otra. Bueno,
en las dos películas la humanidad establece contacto con una inteligencia
extraterrestre y parte de la trama transcurre en una estación espacial…
Filmada
en Sovscope, un formato ruso de imagen panorámica, el film apabulla desde el
principio con las imágenes del protagonista perdido en sus pensamientos
paseando por los brumosos paisajes naturales que rodean la casa de su padre.
Nos
devuelve a la realidad y se deshace el encanto con la llegada en coche de
Berton sobre un puente de hormigón.
En
un primitivo reproductor de video tenemos el primer contacto con la ciencia
ficción viendo a un joven Berton contando sus experiencias en el planeta ante
un consejo de científicos y delegados del gobierno.
Enseguida
nos apercibimos de que el presupuesto para efectos especiales está a miles de
años luz del que dispuso Kubrik para su odisea pero el poder de fascinación de
las imágenes y la variopinta colección de sonidos que las acompañan consigue cautivarnos de igual
forma.
La
entrada de Kelvin en la estación espacial es chocante, su traje de astronauta
es una chupa de cuero, unos pantalones garrulísimos y unas botas militares. Es
como ver a un punki ocupando una planta abandonada de unos grandes almacenes de
principios de los 70 como Galerías Preciados.
Da
igual porque ya vamos con él hasta el final y nos lo creemos todo. El planeta
es una masa recubierta de océanos y tiene la capacidad de generar imágenes
reales extraídas de la mente de sus visitantes.
Así
va transcurriendo la historia una vez desvelado el misterio. Snaut, Sartorius, Kelvin
y el fantasma. Debatiendo sobre cómo afrontar la situación y viviendo la
experiencia del ser humano aislado expuesto a si mismo y conviviendo con sus
recuerdos y emociones encarnados en un ser que va tomando percepción de su no
existencia.
Es
curioso como pensadores de países no católicos o directamente antireligiosos
como era la URSS en la época que vivió Tarkovski tengan como una constante en
su obra la teología. Después de que las autoridades le prohibieran rodar un film
sobre el Evangelio de Lucas y no permitieran el estreno hasta varios años
después de “Andrei Rubliov” podemos encontrar en “Solaris” algunas ideas
llamativas al respecto.
Las
imágenes del planeta, con ese océano nebuloso podrían ser una metáfora de Dios o
del “cielo” tal como lo entiende el catolicismo. Una inteligencia primitiva
incomprensible e inalcanzable que penetra en la conciencia de las personas y
las recompensa o las castiga según sus actos.
La
estación espacial puede ser al mismo tiempo limbo y purgatorio donde
las almas reflexionan sobre sus vivencias pasadas y deben decidir sobre su
destino.
Viéndolo
de esta forma cobra un significado sombrío la quema de recuerdos y la despedida
omnipresente de Kelvin de su familia en el último día que pasa con ellos antes
del viaje.
En
el terreno de la ciencia ficción es apasionante la idea del planeta inteligente
que penetra en la mente para ¿comunicarse? ¿defenderse? ¿dominar?. ¿Es una
entidad consciente o un ente primario que reacciona de forma instintiva? ¿Algo
que vive en estado larvario desde hace infinidad de años?
La
escena final puede ser aclaratoria en un sentido o en otro o todo lo contrario.
Yo
tengo algunas ideas al respecto pero no voy a reventarle la película a quien no
la haya visto. Puedo dar alguna pista.
En
alguno de los montajes de “Blade Runner” se introduce una escena de un
unicornio. Cuando Berton visita a Kelvin padre va acompañado de un niño muy
parecido a uno que vió cuando estuvo cerca de “Solaris” el niño se asusta con
la presencia de un hermoso caballo que no acabamos de tener claro su
procedencia ni si pertenece a la familia.
En
cierto modo en el film de Spielberg concebido por Kubrik “A.I.” (2001) nos
presenta una situación al final que de alguna forma invierte los conceptos de
“Solaris”. Si en la obra de Tarkovski es un ser viviente que crea entidades
artificiales desde el recuerdo de los humanos en la película estadounidense son
evolucionadísimas máquinas las que crean una réplica de un ser humano añorada
por una criatura artificial.
Otra escena clásica de la película es el viaje del piloto con el niño de vuelta a la ciudad. Durante varios minutos vemos el vehículo circulando por carreteras, túneles y autovías anodinas.
Asfalto, cemento, túneles… solo se interrumpe con la conversación que durante
el trayecto mantiene con su amigo Kelvin senior. Estos escenarios urbanitas tan
fríos, desolados, desiertos, contrastan con las supuestas maravillas del
planeta viviente. Podemos entender porque Berton se muestra envejecido y parece
sentir nostalgia de aquellas sensaciones que experimentó lejos de la Tierra.
Ahora es el turno de Kelvin de atravesar el más largo de los túneles.
La
música de Bach con la que comienza la película es perfecta como marco del
fantasmagórico viaje que el espectador está a punto de iniciar.
“Solaris”
es sumergirse en una larga ensoñación de la que cuesta desprenderse una vez que
te has dejado poseer.
Calidad
cinematográfica: 10
Psicotronia: 7
Gore: 2
No hay comentarios:
Publicar un comentario