Dir.: Amando
de Ossorio
España.-
Terror.- 91 Min.
Eastmancolor.-
35 Mm.
Sonido:
Monoaural
Música:
Anton Garcia Abril
Fotografía:
Miguel Fernandez Mila
FX.: Amando
de Ossorio / Amobag S.A.
Guión:
Amando de Ossorio
Producción:
Ramon Plana
Prod. Co.:
Ancla Century Films
Intérpretes:
Tony Kendall (Jack Marlowe), Fernando Sancho (Duncan), Esperanza Roy (Vivian),
Frank Braña (Dacosta / Howard), Loretta Tovar (Moncha / Monica), Lone Fleming
(Amalia) , Ramon Lillo (Bert) , Jose Canalejas (Murdo) , Jose Thelman (Juan),
Maria Nuria (Nancy / Hija de Amalia), Juan Cazalilla (Comisionado), Betsabé
Ruiz (Doncella del Comisionado), Marisol Delgado (Doncella), Luis Bardoo (Líder
Templario), Francisco Sanz (Factor), Ramon Centenero (Campesino), Cristino
Almodovar (Campesino)
Para un niño
que volviendo de la escuela camino de casa contempla en un muro un cartel
anunciando el inminente estreno de una película que se llama “El Ataque de los
Muertos sin Ojos” y ofrece la amenazadora imagen de una calavera putrefacta
escoltada por varios jinetes descarnados y encapuchados, la necesidad de entrar
en el cine para descubrir los fantásticos horrores que promete el anuncio puede
llegar a convertirse en una obsesión.
Pasaron
muchos años hasta que una pegajosa tarde de verano pude verla en formato VHS
en casa de una amiga junto a otros personajes y personajas tan anómalos como el
que suscribe. Fue una decepción, no estábamos en las mejores condiciones de
receptividad y eran días en que los entrañables clásicos del fantaterror español
difícilmente podían competir con la ola de terrores que nos llegaba de fuera con “Posesión Infernal” (1981), “La Cosa” (1982),
“Re-Animator” (1985), “Aquella Casa al Lado del Cementerio” (1981), “El Día De
los Muertos” (1985) u otras cintas excesivas que copaban cines y videoclubes.
Además la edición que alquilamos del film de Ossorio estaba notablemente
mutilada en sus aspectos más sanguinolentos.
Ahora desde
la serena distancia podemos recuperar la versión íntegra de esta obra y
paladearla sin prejuicios y sin esperar de ella más de lo que realmente es.
Porque el gran problema de este film es que tiene un título que le viene
grande. “El Ataque de Los Muertos Sin Ojos” es sin duda uno de los nombres más
poderosos y psicotrónicos que jamás ha tenido una película. Para promocionarla está
muy bien pero provoca que las expectativas del posible espectador se disparen acarreando después en muchos casos una pequeña decepción.
En la aldea
portuguesa de Bouzano, una horda de lugareños tiene acorralados a los integrantes
de una orden templaria a las puertas de su abadía. Los acusan de brujería y van
a matarlos. El líder de los Caballeros maldice a sus verdugos y promete
regresar de la muerte a lo que el portador de la antorcha replica quemándoles
los ojos para que no puedan encontrar el camino de regreso. Poca lógica tiene
este acto ya que los van a quemar enteros. Suponemos que la decisión es
producto de la tensión e intensidad del momento.
Quinientos
años después, aproximadamente en 1970, Bouzano celebra sus fiestas patronales
en las que se rememora con muñecos y fuegos artificiales la quema de los
supuestos brujos.
Murdo, un
pobre tipo contrahecho que custodia las ruínas del templo tiene una vida muy
arrastrada, los niños se burlan de él y le apedrean.
Para vengarse
hace un ritual que habrá de invocar a los Templarios y traerlos de regreso al
mundo de los vivos. El cree que ellos serán sus amigos y le ayudarán a devolver
a los vecinos todo el desprecio y el odio recibido a lo largo de su triste
existencia.
En el pueblo
tienen sus propias preocupaciones. Los lugareños en bailar y emborracharse y
las autoridades en acosar a Jack, el pirotécnico, con quien Vivian, la
prometida del Alcalde, quiere fugarse para continuar una aventura amorosa que
tuvieron años atrás y se vio interrumpida.
El
ferroviario de guarda intenta avisar pero no le hacen caso.
Un escuadrón
de jinetes de ultratumba con muy malas intenciones se aproxima al pueblo.
Los que
sobreviven al primer ataque se refugian en la Iglesia donde tendrán que hacerse
fuertes ante el cerco de criaturas fantasmales.
Amando de
Ossorio, coruñés grandullón de signo aries no parece coincidir con la imagen
que podríamos tener del director de un film como este que podría ser la de un
Ted V. Mikels.
El gallego,
elegante y educado se inició como director en el NODO, un noticiario del régimen
que se proyectaba antes de la película en los cines españoles hasta finales de los años 70.
Pero Ossorio
lejos de querer medrar comercialmente ofreciendo al gran público cine
costumbrista y rancio de risa, lágrimas o emociones fáciles adepto al modelo estatal,
se descolgó con un tipo de cine sombrío, inteligente y de crítica soterrada a
la España negra.
La parte negativa
es que siempre se vio obligado a trabajar con presupuestos muy limitados y a
buscar financiación para sus proyectos hasta debajo de las piedras.
Amante del
cine clásico de Hollywood, tampoco estaba dotado para dar a sus films la
grandeza creativa y visual de sus admirados John Ford, Howard Hawks o Alfred
Hitchcok. Estas carencias las compensaba con imaginación, picaresca y pasión.
En la
tetralogía que inició con “La Noche del Terror Ciego” (1972) el director
construye una imaginería propia partiendo de los clásicos de la Universal y de
la Hammer que combina con el folklore de su tierra y con las leyendas
románticas de Bequer, la Santa Compaña etc.
El éxito del
primer film "La Noche del Terror Ciego" (1972) desembocó en una segunda parte más agresiva en todos sus aspectos:
“El Ataque de los Muertos sin Ojos”.
En esta
película se dibuja con ácida retranca una imagen sarcástica de los usos y costumbres del
pueblo español y de sus autoridades en el franquismo rural sin apartarse en ningún momento del objetivo principal que es divertir a la audiencia y obtener buenos ingresos en taquilla.
Necesariamente
había que torear a la censura y aunque nos reconocemos claramente en el filme,
la acción aparece supuestamente situada en Portugal y los nombres de los
personajes principales son anglosajones (¿?): Jack Marlowe, Duncan, Bert...
La forma en
que se muestra a los paisanos en los preparativos y posterior verbena es tierna
e implacable a la vez.
Llama la
atención como los protagonistas se pasan buena parte del film bebiendo y
fumando compulsivamente. Ossorio conocía bien nuestra idiosincrasia.
El Alcalde
Duncan, el Comisionado, el Guarda de la estación son paródicos. Demasiado
toscos para levantar sospechas pero lo bastante evidentes para ser mordaces.
Duncan es un
cacique preocupado por poner a salvo su dinero antes que por salvar a sus
vecinos. Un personaje a la medida del experimentado Fernando Sancho.
Escena
antológica:
Cuando intenta convencer a una niña de que su padre le espera fuera
de la Iglesia con unos pasteles. En realidad lo que hay en el exterior son los
Templarios y la idea de Duncan es poder llegar al coche mientras los resucitados se ocupan de la cría.
Jack Marlowe
(sic) es el protagonista. Arrastra un turbio pasado como Capitán de Ingenieros en
el que de alguna forma que no nos queda del todo clara fue clave Vivian, la chica de Duncan. Un tipo duro, un antihéroe, líder
natural que ha rehecho su vida como técnico pirotécnico. No vemos a sus empleados ni furgoneta
alguna, solo un destartalado Citroen Mehari de color butano en el que aparece
pintado en naranja un pequeño letrero bajo el parabrisas donde con dificultad
leemos: “Pirotecnia – Galaxia”.
Por cierto,
los fuegos artificiales son cutres pero interminables. Se repiten una y otra
vez cansinamente durante la verbena.
Dacosta es
el hombre de confianza de Duncan. El típico individuo rastrero que obedece como
un perro a su amo pero que en el fondo le envidia por su dinero y por su mujer
de la que está enamorado.
La primera
tensión entre Dacosta y Marlowe viene cuando en la plaza del pueblo el Alcalde
pide “Whisky” para todos. Vivian dice “Yo prefiero cerveza” y el sicario la
espeta “Duncan ha dicho Whisky para todos”. El pirotécnico toma un bote de
cerveza caliente sin soltar el cigarro y ofrece a la mujer un vaso de tubo
lleno de espuma. Desde ese momento Dacosta espera el momento en que Duncan le
ordene poner en su sitio a Marlowe.
Hay muchos
momentos como este en el film donde se evidencia la pasión de Ossorio por el
Western.
A pesar de
todo, al final, en la Iglesia durante el asedio, Dacosta no dudará
en ponerse a las órdenes del forastero para hacer frente a la amenaza
Templaria. Pero el que nace traidor muere traidor.
Bert es un
funcionario obediente. Amalia, su esposa, es la actriz Lone Fleming y esta si que tiene ojos, enormes y bellísimos. Junto con su hija, los tres tendrán roles importantes durante
el asedio en la Iglesia.
Ver a los
tres componentes de la familia huir del Ayuntamiento subidos en una poderosa motocicleta de fabricación
española “Sanglas” es una escena que casi nos hace aflorar una lagrimita de
nostalgia.
¿Qué se
puede decir de Esperanza Roy? Una de las lagartonas más señeras del cine
español. La madrileña no está especialmente favorecida por el exagerado
maquillaje que le pusieron y además no podemos escuchar su característica voz
porque los actores están doblados pero borda su rol de mujer fatal que provoca
confrontaciones entre los gallos del corral. Protagonista en todo momento,
intercambiando miraditas con Marlowe. Vemos un poco de chicha en su enganchón
con un enfebrecido Dacosta.
No me
resisto a reseñar la escena en que ella le manda un besito al pirotécnico que
está vigilando el exterior. Es el único momento de la película en que a él le
vemos sonreir. Un instante surrealista en el contexto en que se produce.
Jose
Canalejas encarna de forma extraordinaria al siniestro “Murdo” dotando al personaje según el momento de
ridícula comicidad o de una aguda inteligencia de pillo . Le
pierde su fijación con las mujeres.
Entre la
carcajada y el asombro nos quedamos cuando Marlowe y Vivian le sorprenden
espiándoles mientras se hacen arrumacos. Ella le reprende: “échese novia” y él
responde mientras se marchan “Si ya la tengo…”. Al momento descubrimos con
horror a lo que se refiere.
En la
edición íntegra podemos disfrutar de varios momentos gore bastante subiditos
para 1973, algún corazón extraído, algún miembro seccionado, mandobles
profundos… no está mal.
Es una
lástima que Ossorio no estuviese un poco más cualificado para sacar más partido
al gran momento del ataque de los jinetes espectrales sobre la gente que está
en la verbena. Aun así es bastante disfrutable.
Están
bastante cuidadas toda apariciones de los Templarios después de su
resurrección. Contribuye para ello la mágica banda sonora del maestro Antón
García Abril con cantos gregorianos guturales grabados al revés y efectos de
sonido que acompañan al nebuloso ralentí al que galopan los caballos fantasma.
Recomiendo
al lector que vea en soledad está película que lo haga a oscuras y con
auriculares a bastante volumen para dejarse atrapar por estas originales
atmósferas.
Puede llevar
a confusión el empleo poco correcto de filtros para crear “noche americana”. Es
decir, filmar de día pero aparentando oscuridad. A veces parece que es de día,
de noche, de día otra vez, de noche…
El Comisionado
es un personaje que le viene al pelo a Ossorio para meter un poco de mala baba
contra las Instituciones de la época. Responde a las llamadas desesperadas del
Alcalde Duncan desde la cama, ayudado por la sirvienta que en salto de cama le
traduce gestualmente con mímica los conceptos que no entiende.
Concluyendo que
al otro lado de la línea están todos borrachos da por terminada la conversación
con un discurso pomposo y retórico propio del régimen. Todo esto en clave de
comedia, claro, para no buscarse problemas con el Departamento Nacional de
Cinematografía.
El pueblo
queda abandonado a su suerte.
“El Ataque
de los Muertos sin Ojos” es una película que a estas alturas nos puede parecer
un poco infantil pero es divertida, original, atmosférica y contiene algunas
caùsticas estampas de la sociedad de la época, de nuestra cultura rural y sus bajas pasiones.
Imprescindible
la versión de 91 Minutos.
Notas:
La tetralogía templaria de Amando de Ossorio se
completa con la primera “La Noche del Terror Ciego” (1972), la tercera “El
Buque Maldito” (1974) y “La noche de las Gaviotas” (1975)
Calidad
cinematográfica: 6`75
Psicotronia: 7
Gore: 6
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