Dir.: Felipe Cazals
Drama / Thriller
Mexico.- 110 min.
Color.- 35 mm.
Sonido monoaural
Fotografía: Álex Phillips Jr.
Guión: Tomas Perez Turrent, Xavier Robles
Producción: Jesus Fragoso Montoya
Prod. Co.: Alpha Centauri; Corporación Nacional
Cinematográfica (CONACINE)
Intérpretes: Diana Bracho (Adelina); Jorge Martínez de Hoyos
(Don Rosario); Salvador Sánchez (Reportero); Pilar Pellicer (Santa); Malena
Doria (Chuy); Leonor Llausás (Delfa); Ana Ofelia Murguía (Eva); Enrique Lucer (Capitán);
Alejandro Parodi (Juez); María Rojo (Lupe); Tina Romero (María Rosa); Manuel
Ojeda (Tadeo); Carlos Cardán (Delegado agrario); Arturo Beristáin (Hombre preso);
Gonzalo Vega (Tepo); Hilda Cibar (Zenaida); Salvador Garcini (Chaparro), Gastón
Melo (Jefe de policía); Sergio Calderón (Ibargüengoitia); Jorge Fegán (Fotógrafo);
Mario Casillas (Campesino rebelde); Patricia Reyes Spíndola (Prostituta
asesinada); Farnesio de Bernal (Doctor); Gina Morett (Guille, prostituta);
Adriana Rojo (Pico chulo, prostituta); Lourdes Canale (Prostituta rubia); Erica
Mireles (Beatriz); Inés Murillo (Esposa de Rosario); Gerardo del Castillo; Ramón
Menéndez (Policía); Blas García; Álvaro Carcaño (Policía); Ibet Reyna; Alma
Levy (Nicolasa); Héctor Cruz; Gregorio Acosta (Campesino);
Max Kerlow (Reportero) ; Evangelina Martínez
(Prostituta); Yara Patricia (Prostituta joven); Agustín Silva (Hombre en
delegación); Marcelo Villamil (Licenciado)…
Felipe Cazals es uno de los grandes del cine clásico mexicano.
En 1975/76 realizó una trilogía excepcional con “Canoa”, “El Apando” y “Las
Poquianchis”. Se apartó temáticamente de la boyante industria del cine mainstream
para aproximarse a la sufrida realidad social de ese gran país tan injustamente
tratado por sus gobernantes sobre todo en el área rural y en los municipios de
periferia. El milagro económico de los sesenta no llegó a todos, el declive sí.
En 1950 un campesino recibe la visita de un individuo que le
ofrece un porvenir laboral a sus dos hijas mayores. El oficio con el que se
encuentran es el de trabajar en semiesclavitud en un burdel regentado por unas
proxenetas conocidas como “Las Poquianchis”. En ese lugar Adelina y Maria Rosa deben aceptar todas las
humillaciones para subsistir. Mientras tanto su padre Rosario lucha con la
administración para que se le reconozca el derecho a unos terrenos que tiene
ocupados un poderoso ganadero.
La vida para las hermanas es dura. Una de ellas se queda
embarazada y sus amas para compensar en represalia los gastos que conlleva el
tratamiento del aborto mandan secuestrar a la otra hija del agricultor Amparo
que pasará a formar parte del grupo de prostitutas sin ser reconocida por sus
hermanas.
Un tiroteo en la puerta de uno de los locales es el punto de partida de una sucesión de acontecimientos que culminan con la
clausura del club por las autoridades pero las Poquianchis se fugan a una
propiedad en las afueras de la parte alta del poblado de Lagos de Moreno donde quienes allí se trasladan viven un infierno hasta que son rescatadas por la Policía y la Judicatura.
Durante los interrogatorios podremos conocer todos los pormenores
de la historia.
“Las Poquianchis” es un film directo y sin concesiones.
Realizado en clave de crónica negra no se regodea en el morbo ni el
exhibicionismo. Es una plasmación de los hechos utilizando el formato
cinematográfico de la misma forma que se podría presentar en un libro. Se
alternan los capítulos entre flashbacks y tiempo real mientras de forma
paralela a la historia de las dos chicas captadas por la banda criminal se nos
muestra en un verdoso blanco y negro la peripecia del padre de las muchachas en
la lucha junto a sus compañeros agricultores por conseguir lo que por derecho
les corresponde.
El tono general es sombrío pero hay lugar para el humor
negro que resulta casi más hiriente que los momentos más dramáticos de la
narración. El surrealismo es una cualidad inherente a la cultura mexicana como
supo Buñuel poner de manifiesto en su estancia por aquellas tierras. Así que
las situaciones más delirantes se suceden con desconcertante naturalidad.
La película comienza con la detención de Delfa y Eva y el
registro de su finca de Lagos. Se agolpan los vecinos y curiosos contemplando
el trabajo de policias, Juez, forenses y periodistas. Entre los que miran está
Rosario, padre de Maria Rosa y Adelina quien intenta agredir a las detenidas
mientras algunos cadáveres son exhumados.
Pasamos a la sala de interrogatorios donde las presas están
detrás de unos barrotes ante la mesa del Juez y en presencia de público,
testigos y prensa donde todo el mundo vocifera.
Sorprende que las Poquianchis no se muestran calladas ni cabizbajas sino que astutas y respondonas
replican y razonan con inteligencia a todas las acusaciones.
El director
nos muestra los hechos sucedidos alternativamente con los testimonios de los detenidos y poco a poco vamos viendo como varios de los
que están en los departamentos de Justicia tenían relación de clientes con
las alcahuetas. El Juez se muestra esforzado por hacer bien su trabajo pero de
vez en cuando recibe llamadas telefónicas del Procurador de la región.
Contemplamos la llegada de las hijas de Rosario al burdel y
como son cruelmente aleccionadas para trabajar de meretrices.
La situación se vuelve tensa a medida que las autoridades se
ponen más exigentes con las normas y los impuestos. Un cambio de Gobierno
promulga una legislación que prohíbe los negocios donde se practica el mercadeo sexual.
La clausura de el “Guadalajara de Noche” hace que Delfa que
ya está perdiendo la razón después de la visita de su hijo tenga que llevarse a
las “viejas” (las putas) a la casa de Lagos donde ya no hay más salida posible que la
liberación o enfrentar el suplicio, la enfermedad y la muerte en el hediondo corral.
El retrato que hace Cazals de todos los ambientes es como
documental, los desconchones en las paredes, los colores pastel, el humo, la
música, el alcohol, la penumbra, nos sumergen en el dulzón ambiente del tugurio
puteril.
Las vicisitudes del Señor Rosario son fotogramas de la lucha
de clases. Crudo realismo social. El
hombre empieza mostrando los papeles al funcionario de la Delegación
Agraria al otro lado de la alambrada de espino y acaba corriendo para no ser
acribillado por los sicarios. La justicia les reconoce la disposición de las
tierras pero el Ganadero no quiere ceder y las autoridades hacen la vista
gorda. Una situación que se prolonga durante veinte años hasta que los hombres
del campo se unen y sindicalizan.
Al final hay una mirada a los rostros de los campesinos esculpidos
por los años y el trabajo que conmueve el alma de cualquier espectador
sensible. Es una escena que revela la categoría como cineasta de Cazals.
Rosario está interpretado de manera magistral por el actor Jorge
Martínez de Hoyos. Si no supiéramos que es actor nos creeríamos sin problemas
que es un hombre que lleva toda la vida en el campo que nos conmueve con su
humanidad y nos sacude la conciencia cuando llega a casa borracho y pega a su
esposa cuando le dice que tiene que ir a buscar medicinas para su hijo enfermo.
Momentos destacables:
-El periodista se gana la confianza de las prostitutas recién
liberadas que empiezan espontáneamente a enseñarle sus cicatrices delante de un
crío presente en la sala que las mira entusiasmado.
-Cuando una de las chicas contempla horrorizada como violan a
su hermana mientras el espectador ve lo que ocurre en la sombra proyectada en
la pared. Una secuencia dura pero genial.
-La captación de las hijas de Rosario por el siniestro
“Capitán” Mere, que convence a sus padres con mentiras.
-A la otra hija, Amparo la secuestran a punta de pistola
cuando embelesada como una niña pequeña está mirando sus fotos de artistas.
-Las charlas de los agricultores con el funcionario.
Impagable el momento cuando van a esperarle a la oficina y el los evita
sigilosamente.
-El numerito que le monta al Juez la Poquianchi que viene de
Guanajuato.
-La conversación entre Chuy y Delfa cuando les meten la “ley
seca” Hay que quitarse el sombrero ante la inconmensurable actuación de las
artistas que se meten en la piel de estas tres malignas hermanas.
-La llegada de Tepocate, el hijo de Delfa. Contrabandista de
automóviles. Todo un personaje que lamentablemente tiene una corta presencia en
el film. Metido en negocios turbios y enlace para los sobornos aconseja a su
madre: “Venda todo este mugrero y se viene conmigo a los yunaites”
-El “Mata” un funcionario hideputa que se deja caer de vez en cuando
por el burdel y quiere de gorra todos los servicios. “Las multas que nos pones
son de miles y tu quieres pagar 20 pesos por la chica” le dice Delfa
cínicamente.
-La escatológica manera como Eva y Delfa “agradecen” al periodista su interés por
mejorar su situación en la cárcel.
-Todo lo acontecido en la casa del monte. El planchazo, los
chancleos, los estacazos, las diarreas… muy triste.
Todas las interpretaciones son sublimes, de altísimo nivel.
A destacar también la belleza de las actrices que encarnan a las hermanas
Amparo, Adelina y Maria Rosa.
La música es una recopilación de boleros, mambos y corridos
ideal para perderse por alguna carretera comarcal en buena compañía y acabar en
algún oscuro cuchitril donde sirvan copas y dejen fumar.
En la película es inevitable mostrar algunas escenas fuertes pero lo justo
y necesario para no desviar la intensidad del relato hacia el sensacionalismo.
Escuchando los brillantísimos diálogos en el español tan
particular que se habla en México engalanado con la jerga de los bajos fondos
uno se pregunta ¿Qué ha pasado en España con nuestra lengua para que
actualmente se hable tan mal?
“Las Poquianchis” es una magnífica película inequívocamente mexicana. Un relato minucioso,
una narración impecable.
Calidad Cinematográfica:
8
Psicotronia: 7
Gore: 4
Notas:
Esta película está basada en hechos reales. Todo lo que se
cuenta sucedió de verdad y aun fue peor en la realidad. La inspección policial
en la finca de Lagos encontró restos de hasta 90 personas incluyendo niños. Se
cree que el número de víctimas pudo ser hasta de 150. Algunas prostitutas en su
testimonio aseguraban que sus amas vendían tamales en uno de sus locales
rellenos con carne de bebés muertos. Otras contaron que Eva se aficionó a la magia negra
y preparaba el “caldero” con partes de cadáveres al estilo de los narcos
satánicos como Adolfo Jesus de Constanzo en quién se inspiró Alex de la Iglesia para
“Perdita Durango” (1997). En estos rituales diabólicos eran obligadas a
participar las chicas más jóvenes. La ceremonia podia terminar en orgía a la
que se sumaban algunos clientes o incluso algún animal.
El caldero de Adolfo de Jesus Constanzo
Para vengar la muerte de su hijo por disparos de la Policía
se supone que Delfa contrató los servicios de unos sicarios que buscaron y
mataron a todos los agentes que estuvieron en la escena del tiroteo.
Delfina murió en la cárcel víctima de un extraño accidente.
Eva apareció muerta en su celda comida por las ratas.
Tiempo después, en 1992, como consecuencia de
una investigación que realizaron una escritora y un abogado que mantuvieron unas
conversaciones con Chuy la mayoría de los implicados en el caso abandonaron la
prisión al ponerse de manifiesto irregularidades en el proceso judicial. El matón
lugarteniente de las hermanas “Capitan Aguila Negra” murió también en la
prisión con 76 años pues según trascendió la emoción que sintió con la noticia
de que iba a quedar libre le provocó un ataque al corazón que lo fulminó antes
de salir de la cárcel.
En 2008 el Policia que dirigió el operativo que llevó a la
detención de “Las Poquianchis” fue secuestrado y asesinado. Miguel Angel Mota
Ayala, de 74 años, se encontraba en su domicilio en la comunidad de Lagunitas,
cuando unas personas llegaron y tras amagarlo se lo llevaron por la fuerza.
Horas más tarde el jefe policiaco fue localizado muerto, a dos kilómetros en
dirección a la comunidad de la Angostura, a ocho metros de la cinta asfáltica.
El cuerpo del mando de Seguridad Pública presentó varias heridas producidas por
proyectiles de arma de fuego en varias partes del cuerpo. http://www.elagora.com.mx/Levantan-y-asesinan-a-jefe,9093.html
Sirva este texto de elegía y homenaje al finado por parte de
un reportero con el que mantuvo amistad y compartió vibrantes experiencias:
Crónica de Mota Ayala El Mexicano
ENRIQUE ESTRADA BARRERA *
Reconocimientos por labor cumplida; En 1963, dirige la
Policía Judicial de León; “El Argentino” y “El Cuatro Vientos”; Los que no
volvieron a robar a León; Denuncias contra “Las Poquianchis”; Detenidas con sus
secuaces.
MEXICALI, B. C.- Escribir de alguien a quien quiere uno
mucho, es bastante difícil; el cariño, la amistad y los hechos, nos acercan y
nos obligan a admirar a quien por su limpia manera de ser y supera todos los
obstáculos; nos obliga a reconocer a quien con un servicio limpio y brillante ofreció
la vida por todos. Fue Policía, con más de 50 años de servicio y como tal, tuvo
muchos reconocimientos.
Esta es la crónica de un reportero, para un gran jefe
policíaco: Mota Ayala.
Miguel Angel Mota Ayala, un buen policía, murió a los 74
años de edad en el ejercicio de su deber, al que le dedicó toda la vida.
Gracias a su investigación y por sus logros, obtuvo el Premio al Mejor Policía
de Guanajuato en 1964, por destacar como Jefe de Grupo de la Policía Judicial
de León y detener a la más grande banda de secuestradores y asesinos del centro
y norte de la República, encabezado por “Las Poquianchis”; coordinador de
Seguridad del Lic. Jorge de la Vega Domínguez, Gobernador de Chiapas y luego
secretario de Industria y Comercio: ejecutor de CONASUPO; director de Seguridad
Pública, en Irapuato, Guanajuato y reconocido como el Mejor Policía de México
en 1988. Instaló el Bufete Regional de Investigaciones Privadas y Capacitación
de Seguridad Profesional en mismo Irapuato, de donde, por ser miembro del grupo
de Mormones, lo invitaron a capacitar al grupo de policías en Galeana,
Chihuahua en el 2007 y un año después, lo designaron director de Seguridad
Pública en ese lugar, hasta el 11 de noviembre anterior, en que fue levantado
de su casa en Lagunitas y sacrificado a sólo dos kilómetros, de su vivienda.
En 1963, dirige la Policía Judicial de León
León, Guanajuato había tenido muchos problemas policíacos;
en 1961 tuvo el más fuerte cuando la Policía Judicial, asaltó el rancho de los
Zermeño Gómez, acribillando a 5 hombres y dejando 5 viudas y 26 huérfanos; el
responsable de esta sarracina fue el Jefe de Grupo Benjamín Padilla, que llegó
al rancho de “El Guayabo” y mató a Alberto Zermeño Estrada y sus hijos José
Guadalupe, Irineo, Leopoldo y Felipe Zermeño Gómez. La Procuraduría dio de baja
a todos los judiciales, consignando a Benjamín. Un año después, a principios de
1962, se da el crimen de la secretaria María de Jesús Mena López, mejor
conocida como la “Mary Chessman” y la policía repite la acción, deteniendo a Adalberto
Cobián y a José María Salas, a los que dejan libres 15 días después, por falta
de pruebas.
En septiembre de 1961 asume el cargo de Gobernador del
Estado, el Lic. Juan José Torres Landa, quien impulsa un verdadero desarrollo
para Guanajuato, a la vez que fortifica las acciones de la Policía. Nombra al
Lic. Raúl Aranda Torres, como Procurador de Justicia y en los movimientos,
llega a León en agosto de 1962 como Jefe de la Policía Judicial, Miguel Angel
Mota Ayala, un investigador de apenas 29 años, con cinco años de servicio en
Irapuato.
Esos eran los tiempos en que en León, Guanajuato habían
aparecido los famosos “Rebeldes sin causa” que causaban muchos problemas y a
los que Miguel Angel, junto con el director de la Policía de León Carlos
Hidalgo Zermeño, con policías jóvenes combatieron a los “Rebecos” en la calle
Rivera, la guarida de todos ellos. Sometieron a los dirigentes de estos grupos
y los tuvieron a raya, manteniendo la ciudad tranquila.
El “Argentino” y “El Cuatro Vientos”
Una mañana de 1963, Miguel Angel Mota Ayala, reunió a sus
investigadores, con José Ordaz y Sergio Vilchis, como subjefes, a quienes
mostró a “El Argentino”, un tipo muy enviciado, al que harían “cantar”, sobre
numerosos robos, sin llegar a los golpes. El mismo Miguel Angel, en sus
oficinas abrió un paquete con hierba verde y le dijo: “Si me dices, cuando
robaste en la colonia Andrade, te preparo un cigarro de la hierba buena”, a lo
que “El Argentino” volteó a ver a todos y contestó: “Bueno, pero no le dicen a
nadie…?” y acto seguido se fumó el cigarro hecho con orégano verde y cada
aspirada que le daba hasta la vista se le nublaba.
“Pos’ así sí hablo” dijo “El Argentino” y comenzó a platicar
en todas las partes donde había robado, llevando luego a los mismos judiciales
a los lugares donde había vendido joyas y enseres de los hogares, agregando de
pasada que él era muy amigo de “El Cuatro Vientos”, pero aclarando “El Cuatro,
ya no le hace al movimiento; él vive muy tranquilo por los rumbos de la calle
Honda”.
El mismo Mota Ayala, llevó a “El Argentino” hasta la calle
Honda de San Miguel y en una casa muy humilde salió un amigo que se dedicaba a
pespuntear zapatos. Lo vio con agrado al “Argentino” y a los judiciales y a
todos les dijo: “Miren, yo me dediqué mucho al robo, pero ya no le hago. Yo
robé las mejores residencias de México, Guadalajara y otras partes y me gastaba
el dinero aquí. Me presaron, ya me soltaron y ahora estoy tranquilo”. Y en
efecto, el “Cuatro Vientos”, que después puso una cantina frente al Jardín San
Francisco, en el Coecillo, le puso por nombre “El Cuatro Vientos”.
Los que no volvieron a robar a León
Los reporteros de policía de hace cuarenta y cinco años,
siempre estábamos en las corporaciones policíacas y acompañábamos a la Policía
a los lugares que investigaba, por lo que en los primeros días de enero de
1963, la Policía Municipal detuvo a unos 20 rateros que llegaban para robar en
las Fiestas de León. Los entregó a la Policía Judicial para que procediera a su
encarcelamiento.
Una noche del día dos o tres de enero, salieron dos “julias”
con los detenidos. En una iba Miguel Angel y este reportero además de unos diez
detenidos. En la otra iba José Ordaz, otro reportero y un fotógrafo, así como
unos 12 detenidos. Los dos vehículos se comunicaban por radio, así que salimos
con rumbo a Lagos de Moreno.
Miguel Angel Mota habló por radio a José Ordaz: “Mira José,
aquí delante del Castillo, te haces a un lado, comenzamos a matar los tuyos.
Bajas a uno y tírale a dar, pero a la cabeza, para que no quede vivo”. El primero
que protestó fui yo, diciéndole que en todo caso le tiraran a los pies, pero no
a matarlos, porque no eran más que rateros. “¡Tírales a matar!” ordenó Miguel
Angel y se paró una camioneta y luego la otra. Bajaron a un tipo amarrado y al
grito de córrale le hizo tres disparos mientras el delincuente gritaba.
Así recorrimos todo el camino hasta antes de llegar a Lagos,
nos metimos rumbo a Las Cruces y ahí se disparó a los últimos tres hombres.
“¿Todos murieron…?” preguntó Miguel Angel, a lo que contestó Ordaz “¡Todos…!”.
Regresamos con las “julias” ya sin rateros y con la
conciencia enturbiada por haber presenciado aquél crimen masivo, a lo que
Miguel Angel, con palabras fuertes sentenciaba ”!Verán que no habrá rateros en
la Feria de León!”.
Ya sin los ladrones, Miguel Angel comenzó a reírse y le dijo
a Ordaz, “Verás que esos rateros no vuelven a León y menos a la feria”. En
efecto, cada uno que bajaban, le disparaban a un lado y éste al saberse salvado
seguía corriendo, mientras que los de arriba de las “Julias”, lloraban, porque
no les hicieran lo mismo. Todos, absolutamente todos, no murieron, pero
efectivamente no volvieron a robar a León, Guanajuato.
Denuncias contra “Las Poquianchis”
Como reportero de EL HERALDO, de León, Guanajuato publiqué
el 13 de octubre de 1963 un reportaje de 8 columnas que decía: “Banda de
Tratantes de Blancas Descubierta en Lagos de Moreno; Vienen de la frontera a
vender a jovencitas; Revelaciones hechas por una de las que los lenones
explotan inhumanamente” y luego en el cuerpo de la información, la relación
completa y el señalamiento de que quienes protegían este hecho en Lagos de
Moreno, eran “Las Poquianchis”.
El 21 de octubre de 1963, publiqué un segundo reportaje
también de ocho columnas: “Escandalosa Trata de Blancas; Comprueba la Policía
Jalisciense la denuncia de varias jovencitas; moderna Sodoma y Gomorra en la
vecina Lagos y las Autoridades toman cartas para frenar el vicio”. En esta
información, aparecen ya los nombres de Delfina, María de Jesús y María Luisa
González Valenzuela, así como de Ramón “El Tepo” González, hijo de Delfina y
contacto con el negocio “México Poker”, de Matamoros, Tamaulipas. Se ubican los
lugares de León y San Francisco del Rincón, Guanajuato.
“Las Poquianchis”, tenían cerrado el “Guadalajara de Noche”
en Lagos de Moreno, pero mantenían contacto con otros tugurios y así, fui
agredido en el lugar llamado “Casa Blanca”, que regenteaba María Eugenia, una
de las servidoras de “Las Poquianchis. Esa lesión, motivo que me internaran en
el Hospital en León, donde duré unos días, pero estuve sin trabajar dos meses,
caso que aprovechó Miguel Angel Mota para investigar.
Detenidas con sus secuaces
Parece un ayer, pero han pasado cuarenta y cinco años, en
los que la vida ha dibujado distintas cosas para todos. En mi persona, testigo
presencial del caso de “Las Poquianchis” y denunciante de ellas, viví siempre
agradecido con Miguel Angel, por su decidida intervención, después de haber
resultado herido por denunciarlas.
Pese a las muchas presiones, el domingo 12 de enero de 1964
detuvo María de Jesús; otro día a Delfina y un mes después se entregó Eva
González Valenzuela y con ellas cayeron sus ayudantes: capitán Hermenegildo
Zúñiga Maldonado “El Águila Negra”, subteniente Juan José Valenciano Tadeo,
sargento José López Alfaro, Antonio González Muñoz; la secuestradora Esther
Muñoz Nava “La Picochulo”, y cómplices: Adela Mancilla Alcalá, Ma. Guadalupe
Moreno Quiroz, Lucila Martínez del Campo, Guillermina o María Ramos Aréchiga,
María Auxiliadora Gómez, Ramona Gutiérrez Torres; el cuidador y enterrador de
las que morían Salvador Estrada, José Facio Santos velador y los choferes
Francisco Camarena García y Enrique Rodríguez Ramírez.
El caso se desarrolló en San Francisco del Rincón,
Guanajuato y fue Agente del Ministerio Público, el Lic. Gildardo García Amaro y
Juez el Lic. Timoteo Lozano, ambos funcionarios probos que aplicaron
correctamente la ley. A Delfina y María de Jesús 40 años de cárcel; capitán
Hermenegildo Zúñiga Maldonado “El Aguila Negra” y subteniente Juan José
Valenciano Tadeo 35 años de cárcel; Eva González Valenzuela 26 años de cárcel,
variando las penas a todos los participantes en este negro hecho de la historia
policiaca mexicana.
TRISTE ADIOS: Hubo muchas quejas por su muerte, pero ésta,
me puede mucho: “Yo, Miguel Angel Mota Ojeda agradezco infinitamente a toda la
gente que se ha tomado el tiempo de manifestar sus condolencias a todo nuestra
familia. Gracias por esas bonitas palabras de aliento y de reconocimiento hacia
la vida de mi padre Miguel Angel Mota Ayala quien durante 50 anos entregó su
vida a esta profesión que tanto amaba. De la misma forma les agradezco a mis
hermanos Paty, Laura, Angelica, Chava, Maricarmen, Alejandro y Gaby, y sus
respectivas familias el habernos hecho sentir tanto a mi como a mi familia que
aunque lejos pudimos estar en los momentos de despedida de mi padre en su
último adiós sintiendo un dolor acompañado de rabia, tristeza e impotencia por
la manera tan infame en la cual murió mi señor padre. Viejo: siempre fuiste mi
héroe y moriste de la misma manera. Mis hijos y yo te amamos y siempre te
recordaremos.
* El autor es Premio México de Periodismo,
Cronista y Forjador de Baja California
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