“√964 Pinocchio”
Dir.: Shozin
Fukui
Japon.- 97
min.- Color
Horror /
Ciencia Ficción / Ciberpunk / Splatter / Gore
Estereo.-
Imagen: 1.33 : 1
FX: Brian Moore
Música: Hiroyuki Nagashima
Fotografía: Kazunori Hirasawa
Guión: Shozin Fukui, Makoto Hamaguchi, Naoshi Gôda
Producción: James Chory, Lori Motyer, Denise Di Novi
Intérpretes:
Haji Suzuki (Pinocchio 964); Onn-chan (Himiko); Kôji Ôtsubo (Narishima); Kyoko
Hara (Hisho); Rakumaro San'yûtei (Taichô); Kôta Mori (Shimada); Tomio Watanabe
(Hosa); Anri Hayashi (Yôjo); Kyôko Irohani (Meido); Michiko Harada (Kangofu);
Yûko Fujiwara (Kangofu); Yoshimitsu Takada (Kanja); Naoshi Gôda (Gaki);
Takahiro Hosoya (Michi Yuku Otoko); Ranko (Raburî A-ko); Kôji Kita (Majikku
Man); Aaron William (Narración); David Progosh (Narración); John McNair
(Narración)
En Japon hay
una empresa que fabrica androides facultados para complacer sexualmente a las
mujeres. Pinocho es uno de ellos. Una clienta requiere sus servicios y al ser
este incapaz de satisfacerla es abandonado en la calle.
Simultaneamente
la joven Himiko es dada de alta de su internamiento en una clínica con los
recuerdos borrados. Convertida en una sin techo malvive en un cuartucho perdido
entre los laberínticos pasillos abandonados del metro de Tokio. Dedica su
tiempo a dibujar unos mapas de la ciudad que ayuden a integrarse en la misma a
la gente inadapatada como ella.
Casualmente
se encuentra con Pinocho y enseguida siente afinidad con él. Se lo lleva al
refugio e intenta enseñarle a recuperar la capacidad de hablar. Un día descubre
que hay gente buscándole y en un momento de descuido su nuevo amigo desaparece.
Cree haberlo perdido pero lo encuentra en casa extrañamente lúcido. Se abrazan
y se detiene el tiempo. Pero el acto de amor tendrá unas consecuencias
inesperadas para ambos.
“Pinocho…”
es una performance de 97 minutos que se inscribe claramente en la corriente
cinematográfica del ciberpunk que en Japon tuvo su origen y principal
referencia en “Tetsuo” (1989). Fukui había sido asistente de dirección en la
película de Tsukamoto. Antes fue miembro de una banda de punk rock junto a
quienes realizó e interpretó su ópera prima “Metal Days” (1986). En 1988 y en
1990 llevó a cabo los cortos “Caterpillar” y “Gerorisuto” donde se gestan las bases
que darían lugar a la película que estamos comentando.
Se trata
sobre todo de un espectáculo fascinante no apto para todos los públicos porque
puede ser bastante indigesto. No es una película fácil, abiertamente
surrealista, el espectador tiene que poner a prueba su paciencia y estar
dispuesto a deducir el significado de una sucesión de metáforas a cual más
desconcertante.
Nada está
claro ¿es Himiko también un androide?¿lo es realmente Pinocho? ¿porqué les
borran los recuerdos? ¿abusa Narishima de sus creaciones y de sus empleadas?
¿cómo se explica que después del encuentro sexual Himiko empiece a comportarse
sádicamente? ¿tiene algo que ver con su presunta naturaleza robótica?¿es
venganza por sentirse seducida y lastimada por las reacciones fisiológicas que
se producen en su cuerpo?¿tiene algo que ver con los recuerdos que han
despertado en su mente?¿tuvo una funesta relación con Pinocho en el pasado?
En otras películas japoneses ya nos hemos deleitado con abstracciones que han llevado al
límite el concepto de la “nueva carne” de Cronenberg. Recordemos “Organ”
(1996), “Tokyo Snuff” (1988), “La Venganza Sangrienta de Aki” (1992), “Guts of
a Virgin (Shojo no harawata)” (1986), “Guts of a Beauty (Bijo no harawata)”
(1986) o “Naked Blood” (1996). Aunque “Pinocho…” más que un largometraje al uso casi podríamos definirla
como un episodio ampliado de la saga “Guinea Pig” (1985) porque comparte con
las atrevidísimas entregas de esa colección la parquedad y la caricatura
hiperbólica de un guión más propio de un comic “manga” que de un largometraje.
Este es el
principal problema con esta película, un guión que apunta cosas interesantes
pero que no se desarrolla en ningún aspecto.
Se nos
muestra un Japon con sus calles llenas de gente que circulan como fantasmas o
se quedan mirando con extrañeza a los protagonistas sin intervenir en ningún
momento. Una ciudad moderna y avanzada (aunque los aparatos, iluminación y
transportes que vemos ahora nos parezcan prehistóricos) que contrasta con
callejones abandonados y sucios donde malviven personajes como Himiko. En estas
imágenes están algunos de los mejores momentos de la película, como los
edificios cubiertos por máquinas de aire acondicionado, o las azoteas
iluminadas que coronan la ciudad bajo el cielo nocturno. El director crea
poesía a partir de desechos.
También hay
reminiscencias de “Blade Runner” (1982) cuando empezamos a sospechar que
Pinocho no es el único androide entre el personal que rodea al fabricante de
robots.
Estos films transmiten
habitualmente una preocupación por la existencia de corporaciones secretas y
mafias que experimentan de forma retorcida con ciudadanos indefensos. Drogas y
mutaciones, fantasmas de la sociedad nipona heredados de las consecuencias
atómicas de la Segunda Guerra Mundial.
El trabajo
de los actores es brutal, se dejan la piel en unas interpretaciones esforzadas
hasta niveles que pocas veces recuerdo haber visto.
Me quedo con
el recital de Onn-chan en el papel de Himiko. Nunca hubiera imaginado que un
ser humano pudiese parecer de forma tan genuina un tren. Aunque hay que decir
que su particular exhibición en los túneles después de las experiencias
posteriores al coito tienen un precedente en la inconmensurable Isabel Adjani
de “La Posesión” (1981) una de las películas favoritas de Shozin Fukui.
Mención
especial para la supermujer que arrastra medio desnuda a Pinocho hasta la calle como si sacara la basura. Solo aparece en escena pocos segundos pero el poderío de esa anatomía se
me ha quedado en la memoria para siempre.
Sobre las
transformaciones que tienen lugar en el escondite de Himiko me gustaría
preguntar a David Lynch si pudieron ser en algún modo inspiración para la fuga
psicogénica de “Carretera Perdida” (1997)
La banda
sonora a base de hardcore industrial es otra cosa muy destacable de la
película.
Espero que a
ningún padre desorientado se le ocurriera regalar a sus niños esta película
creyendo que tenía algo que ver con el clásico cuento de Carlo Lorenzini. Por
los pelos podríamos encontrar similitudes con la obra original pero esta locura japonesa es a la
adaptación de Walt Disney lo que un sonajero a una Magnum del 44.
“Pinocho
Raíz de 964” es un film que hay que ver
con mucha receptividad. Hipnótico, deslumbrante, oscuro, provocador,
desafiante, obsceno, morboso. Si su guión hubiese estado en consonancia con la
fuerza de sus imágenes podríamos estar hablando de una obra maestra.
Calidad
Cinematográfica: 7
Psicotronia: 9
Gore: 7
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