"The hills
have eyes"
USA. 89 minutos. Color
Sonido: Monoaural
16 Mm ampliado a 35 Mm.
Música: Don Peake
FX: Donald Mulderick y equipo
Intérpretes: Robert Houston, Dee Wallace, Janus Blythe, Michael Berryman, James Whitworth, Russ Grieve, Martin Speer, Suzie Lanier-Bramlett, Breenda Marinoff, Lance Gordon, Virginia Vincent, John Steadman, Cordy Clarck
Sonido: Monoaural
16 Mm ampliado a 35 Mm.
Música: Don Peake
FX: Donald Mulderick y equipo
Intérpretes: Robert Houston, Dee Wallace, Janus Blythe, Michael Berryman, James Whitworth, Russ Grieve, Martin Speer, Suzie Lanier-Bramlett, Breenda Marinoff, Lance Gordon, Virginia Vincent, John Steadman, Cordy Clarck
Hacía tiempo
que no revisaba este clásico de WesCraven.
Lo hice anoche en un DVD con la versión de 90 minutos editada por Vella
Vision. Una de las ventajas que ofrece el formato DVD es que puedes elegir la
opción del sonido original con subtítulos y los extras. Yo siempre defenderé
que si la economía lo permite hay que comprar una buena edición en DVD de
nuestras películas favoritas.
Recuerdo que
cuando se estrenó enseguida se corrió la voz entre la chiquillería de que era
una película que molaba. Solo el título ya resultaba inquietante y además había
sido clasificada “S”, una calificación que el Ministerio de Cultura otorgaba a
films que podían herir la sensibilidad del espectador por su contenido violento
o sexual. Para poder ver en el cine estas películas sin haber cumplido los 18
años había que esperar a que se proyectaran en cines de reestreno de programa
doble o triple en barrios apartados del centro, del extrarradio o de zonas
marginales donde era poco frecuente que pidieran el carné de identidad para
comprobar la edad de quien compraba la entrada.
Fui con un
amigo a ver “Las colinas tienen ojos” a un cine de la Malvarrosa, donde se
proyectaba sesión continua de dos películas. Entramos en el descanso al término
de la primera película y pudimos contemplar una curiosa escena ante nosotros,
había un pobre tipo con gruesas gafas y aspecto de retrasado hundido en su
asiento e impávido mientras cuatro o cinco rufianes se turnaban en propinarle
collejas que resonaban en toda la sala. Cada hostiazo iba acompañado de
risotadas y bromas de dudoso gusto. Menudo panorama. Esperamos un poco hasta
asegurarnos de que la situación no se iba a hacer extensiva al resto del
personal y nos sentamos a una distancia prudente. Por supuesto nadie se atrevió
a llamarles la atención a los mangutas que al cabo de un rato se fueron al bar
y volvieron después para ver la película.
Estas
situaciones añadían un morbo especial a la expectación de poder ver una
película que en circunstancias normales estaba prohibida para un menor de edad.
Por suerte nunca llegué a ser atracado o verme envuelto en alguna pelea. Lo
peor que me pasó algunas veces fue que algún empleado puntilloso nos preguntase
la edad y tener que volvernos a frustrados a casa después de haber cogido dos
autobuses sin haber podido entrar en el cine. De poco sirve mentir si te piden
el carnet. Lo mejor era decir la edad, 15, 16 o 17 y si había suerte alguno de
los presentes dijera: “Va hombre, déjalos que ya siendo mayores de 14 no pasa nada.”
La cuestión
es que nos gustó bastante la película. En pantalla grande resultaba
espectacular ya que es un film donde las vastas extensiones de paisaje tiene una especial importancia
y también conocimos por primera vez a nuestro alopécico y pepinoide amigo de romos dedos, el
gran Michael Berryman.
Pues ayer me
decidí a volver a verla tranquilamente en compañía de un Petroff Cola y de
verdad que recuperé aquellas sensaciones de la primera vez que la vi.
WesCraven
era un tipo inteligente y sabía sacar partido a historias que pudieran remover los terrores del público que podía abarrotar
las salas delos cines: la clase media. En esta, su segunda película, vuelve a
enfrentar a una familia ejemplar a una situación límite contra un grupo de
seres marginados y con malas intenciones.
Un ex – policía
grande, duro, curtido y recién jubilado viaja con su esposa , sus hijos, su
nieta de pocos mese y una pareja de pastores alemanes dirección California, en
un precioso y enorme 1971 Chrysler Town & Country, de esos que gastan asi como 20
litros cada 100 Km que tira de una caravana remolque. Deciden apartarse de la
autopista y meterse por una carretera secundaria para ir a ver una mina de
plata abandonada. En la america profunda esto es un gran error. Llegan a un
territorio donde el propietario de una solitaria gasolinera les advierte de que
la zona está abandonada desde que el Gobierno la eligió como campo de tiro de
aviones de combate. No lo dice claramente pero se nos da a entender que los
proyectiles iban provistos de elementos radioactivos y esta radiación afectó a
las personas que allí vivían empezando por su propia familia como después
descubriremos.
En la
gasolinera nos apercibimos de una sensación hostil de abandono y suciedad que
ya nos acompañará durante toda la película.
El cabeza de
familia hace caso omiso de las advertencias del gasolinero y de las protestas
de sus hijos agobiados por el calor y la paliza del viaje obstinándose en
seguir adelante. Apenas han recorrido 20 kilómetros cuando se ven obligados a
salir de la carretera y queda inmovilizado el vehículo con un eje roto.
Y aquí
empieza el infierno para este modélico clan familiar. En medio de la nada la
seguridad que les proporcionaba ser guapos, deportistas, aventureros bien
equipados y viajar con un experimentado
policía va a quedar en evidencia frente a los elementos que les rodean y en una
batalla contra otra familia que no tiene ataduras morales de ninguna clase y
para quieneslos viajeros despistados que van a parar a las inmediaciones de su
guarida no son más que presas de caza.
En este aspecto
cobra vital importancia el maravilloso uso que hace el director del paisaje, de
los elementos naturales propios del lugar, agreste y descarnado, de laberintos
de roca que se pueden convertir en una trampa mortal para los extraños. Es en
este escenario donde se viven algunos de los momentos más tensos de la
película.
Aunque para
momentos tensos los del asalto a la caravana, estas secuencias ya son palabras
mayores y son el punto de inflexión desde donde ya no hay marcha atrás: ellos o
nosotros.
La palurda
comicidad involuntaria de la familia de caníbales los vuelve aun más grotescos
si cabe. Craven se inspiró en las andanzas de la familia de Sawney Bean, en
Escocia, en el siglo XVI, unos granjeros que decidieron emigrar hasta que en
algún momento de su viaje se refugiaron en una cueva de las montañas que se
convirtió en su alojamiento definitivo degenerando humanamente hasta el punto
de terminar dedicándose al asalto de viajeros, al canibalismo y a la endogamia
para la subsistencia de la familia. Jupiter, Marte y Pluton son una
espectacular encarnación de estas alimañas para las que las radiaciones
nucleares contribuyeron a degenerar. Jupiter, el gigante terrorífico, Marte el
criminal repulsivo y Pluton un memorable y genial Michael Berryman.
Tambien está
Mercurio, que tiene un papel muy breve, apenas se le ve, parece que su
personaje fue una imposición al director pues ni más ni menos lo interpreta el
productor Peter Locke.
Es
precisamente en el personaje de Mercurio donde se encuentra el fallo más grave
y vergonzante de la película. Cuando está al borde de un barranco es atacado
por Beast, uno de los pastores alemanes de la familia Carter y cae despeñado.
Plutón
explica a Jupiter: “Lo ha matado el perro, tenía marcas de las patas en el
pecho.”
Venga, hombre,
esto es indigno hasta para una película de la Troma.
Después
Plutón tendría un encuentro con Beast que nos deja una secuencia gore que fue
prohibida en varios países pero que tampoco es para tanto. Busquen la versión
íntegra del film, of course.
El desenlace
está bien, el salvaje ataque lleva a la simpática familia venida de la ciudad a
tener que comportarse como unos salvajes violentos y astutos en su lucha por la
supervivencia. Aunque no todos sobreviven. Magnífica la trampa para Jupiter y
las peleas finales.
Espectacular
el look setentero de Doug, con flequillo y mostacho de joven macho man esposo y
padre.
No podemos
hablar de una obra maestra por algún detalle como el de la muerte de Mercurio
pero “Las colinas tienen ojos” me parece un clásico muy respetable y uno de los
mejores films de Craven. Influyente y necesario. Ejemplar en como hacer una soberbia película con un presupuesto bastante justo.
Y además sale Dee
Wallace. Su elegante y sobria presencia siempre es un plus en el reparto de
cualquier película.
Calidad cinematografica: 8
Psicotronia: 8
Gore: 6
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