-Dir.: Adolfo Martínez Solares
-Mexico .- 96
minutos.- Color
-Comedia /
Caspa / Trash / Serie Z
-Música:
Ernesto Cortázar hijo; Memo Muñoz y sus 9 de Colombia: “Cumbia de Los
Lancheros”
-Coordinador
de acción y peligro: Bernabe Palma
-Coordinador
de artes marciales: Prof. Diego Rodriguez Rubi y sus alumnos
-Efectos
Especiales: Arturo Godines
-Perros de
Jorge Grijalba y su mundo salvaje
-Fotografía:
Armando Castillon
-Guión:
Adolfo Martínez Solares, Gilberto Martínez Solares
-Presupuesto:
$25,106,000
-Recaudación:
$340,613,489
-Producción:
Adolfo Martínez Solares; Gilberto Martínez Solares; Santos Soberon; Alejandro
Soberón Kuri
-Prod. Co.: Producciones Frontera Films
-Prod. Co.: Producciones Frontera Films
-Calificación
moral: ATP (Apta para todos los públicos)
Intérpretes:
Alfonso Zayas (Roberto), Hugo Stiglitz (Hugo); Lina Santos (Linda); José René
Ruiz (Tun Tun), César Bono (Armando); Roberto Ballesteros (Ricardo); Rosario
Escobar (Rosario); Claudio Báez (Gustavo), Queta Carrasco (Abuelita)….
Esta
película consiguió tal éxito de público durante su exhibición en cines recaudó
trece veces el dinero invertido en su producción. Se trata de una comedia
social, algo que podríamos equiparar al cine cómico español en los últimos años
del franquismo y la transición, comedias descocadas donde el españolito medio
salía airoso de embrollos representativos de la vida cotidiana, el sexo con
mujeres despampanantes, las penurias económicas, la vida en la ciudad hostil
para el emigrante inocentón etc. Es un modelo de cine discutido por lo engañoso
de su testimonio de la realidad y por sus nulas cualidades educativas o artísticas
pero a todas luces reivindicable en cuanto a que su principal objetivo
consistente en divertir al público durante 95 minutos lo consigue plenamente.
En casos como éste siempre recuerdo la escena de “Los viajes de Sullivan”
(1941) de Preston Sturges en la que un grupo de presidiarios recluídos en una
oscura cárcel olvidaban sus penas riendo a mandíbula batiente durante la
proyección de un film de dibujos animados.
Y es que
“Tres lancheros muy picudos” es una película muy divertida. Un proyecto familiar, dirigido por Adolfo Martínez Solares y escrito y producido a medias con
su padre el veterano y prolífico director Gilberto Martínez Solares, experto en
realizar cine para el consumidor poco exigente.
Argumento:
La trama
sobre la que se sostiene esta historia no puede ser más penosamente tópica. En
la zona de espera de un aeropuerto una guapa viajera y un mafioso intercambian
por error sus bolsas de viaje que son idénticas. La del malhechor contiene una
elevada suma de dinero que iba destinada a pagar un alijo de droga.
La chica es
la novia de Roberto que viene a Acapulco de visita. Los hampones cuando
descubren el cambiazo van a buscar la maleta y Roberto tiene que escapar a
Mexico en compañía de sus amigos Armando y Tun Tun. En la capital tendrán que
buscarse la vida para subsistir mientras los delincuentes siguen su pista.
Comentario:
“Picudos” es
una expresión que según el diccionario de chilanguismos se traduciría al
español como “molones o de buena calidad”. Los lancheros son individuos que
pasan su tiempo en la playa y tienen por oficio los relacionados con enseñar
buceo, pasear en pedalos o en lancha etc. a visitantes y turistas. En realidad
son pícaros de playa al estilo de Fermín Trujillo pero en mongoloide, que pasan el tiempo
holgazaneando y resbaloseando con las mujeres que se ponen a su alcance.
La calidad
técnica del film es la suficiente para hacerlo ameno. Sobre este aspecto entrar en
otras consideraciones tiene poco sentido. La fotografía es luminosa y permite
ver de manera diáfana las costas de Acapulco, territorio donde los
sinvergüenzas intentan ganarse la vida como buenamente pueden sin demasiado
esfuerzo. La cumbia de “Memo Muñoz y los 9 de Colombia” es una perfecta banda
sonora para empezar a familiarizarnos con Roberto, el protagonista, que
aprovecha cualquier ocasión para ligar o manosear mujeres en bikini. El humor
es chabacano e infantil, con abundantes equívocos y dobles sentidos marranos en
el lenguaje, situaciones ridículas y gesticulaciones bufonescas del todoterreno
Alfonso Zayas que cuando se junta con Cesar Bono (Armando en este film) forman
una pareja del estilo de los Hermanos Calatrava.
El enano Tun
Tun, nombre artístico de José René Ruiz, ofrece paseos en paracaídas arrastrado
por lancha en lo que se llama “parasailing”. Hugo Stiglitz es su cliente que
resulta ser capo de un clan mafioso. La incompetencia de Tun Tun hace que su
cliente acabe chocando con un edificio. El lanchero se ve obligado a huir
dejando el negocio a cargo de su sobrino que es un niño.
Tun Tun es
un personaje delirante. No es el típico enano entrañable como Torrebruno o
Michael Dunn ni glamouroso como Peter Dinklage. Jose Rene Ruiz es de rostro
parecido a El Fary, panzudo, desgarbado, malhumorado, astroso y se gasta un
vocabulario que haría ruborizar a La Veneno (QEPD). Pero hay que decir que en
estos papeles de marginal y gente lumpen se movía de forma muy natural y tenía
un talento innato para la comicidad. Hay que decir que la voz tan particular
que le escuchamos en esta película no es la suya, está doblado.
Uno de los
aspectos que más me han impactado de este film son las mujeres. Muy lejos del
estereotipo de rubias oxigenadas y siliconadas que se llevaba en los ochenta en
Hollywood. Estas actrices son altas, de pecho pequeño, negras cabelleras y
anchas caderas. Afrontan con raza y naturalidad las exigencias del caótico
guión. Sin complejo en mostrar incipiente barriguita ni frondosidad púbica. Con
ojos gatunos y boquita carmesí capaces de transmitir una ardiente sensualidad
en las escenas más subidas de tono. Han hecho replantearme mis conformistas gustos hacia el
sexo femenino. Ya recuerdo haberme llevado una fuerte impresión durante mi
infancia contemplando una secuencia de “El regreso de los peros callejeros”
(1980) con el enorme pandero de una exótica morena que seducía al protagonista.
Lo que en su momento me pareció desconcertante actualmente lo rediezcubro como
suculento. Debo indagar en este tipo de cine y en otro subgénero hermano, el de ficheras.
Rosario
(Rosario Escobar), la novia de Roberto es un buen ejemplo. Al niño Pepito se le
cae la baba mirando por la ventana como su admirado playboy de tercera se la
beneficia mientras ella se restriega una rodaja de melón por el pecho. Es un
polvazo soez y cateto pero estimulante.
Todo
transcurre entre ambientes típicos de ciudad costera que ahora se nos antojan
kitsch y vintage pero que transmiten sensación de agradable familiaridad.
El equívoco
de las valijas provoca una situación de inesperada violencia. El actor
Roberto Ballesteros que debe ser el peruano más grande de la historia de la humanidad interpreta al bandido Ricardo. Se da un cierto aire al demonio Gene Simmons.
Miembro de la banda de Hugo recibe en un apartamentucho suburbial a los narcos
que traen la farlopa que él tendría que pagar con el dinero de la maleta. A los
traficantes hay que verlos, parecen gitanacos de las tres mil viviendas
vestidos a la moda taleguera de los setenta. La que se lía en un momento es de
aupa, con tiros, puñetazos y sorprendentes coreografías de artes marciales de
barrio. Llama la
atención que durante la pelea en algunos momentos Ricardo lleva el pelo bien
recogido con coleta y en otras lo lleva más suelto.
Si esta
película se hubiera estrenado en España en los ochenta probablemente le habrían
adjudicado la clasificación “S”, no sólo por las escenas de sexo softcore con ellos follando
en calzoncillos y ellas exhibiendo tetamen y felpudo sino por alguna que otra
escena moderadamente sangrienta que pilla al espectador desprevenido.
Roberto (Alfonso Zayas)
tiene buen corazón y quiere devolver el dinero pero se encuentra con su amigo
Armando (Cesar Bono), un pillo con pocas luces que le convencerá para apostar a
las peleas de gallos. La cosa no sale bien y deciden marchar a Mexico ciudad
donde se reunirán con Tun Tun que hace el trayecto en una especie de ala delta.
Ya en la
capital Roberto y Armando van primero a buscar a una amante de este último pero
la mujer no se alegra de recibirlos.
Otra característica
de los personajes femeninos de esta película es su bravura. Igual arrean
botellazos en la crisma que atizan hostias como panes a puño cerrado.
Al no
encontrar la posada prevista van a buscar a Lina, una amiga de Roberto quien si
los acoge aunque el cansino de Armando tiene que dejar la residencia por patán
enfrentado a una compañera de la anfitriona.
Este pasaje
sirve para introducirnos en el mundo de la prostitución a domicilio. En tono
chistoso se dejan caer algunas sombras sobre la profesión y sus conexiones con
el mundo del hampa.
Armando
acaba encontrándose con Tun Tun y en sus peripecias para subsistir sin dinero
en la ciudad llegan los pasajes más divertidos de la película. La sucesión de
gags es frenética a un ritmo entre el slapstick y los tebeos de Mortadelo y
Filemón, rayando en el surrealismo y sin apenas pausa hasta llegar al final
donde los tres amigos se las tendrán que ver cara a cara con los hampones.
Hay varios
detalles que denotan improvisación en el guión como las repetidas veces en que
empiezan la escena Roberto y Tun Tun diciendo uno de ellos “llevo tres días sin
comer” o que el dolor por la pérdida de una amiga se resuma en “he pasado mala
noche por lo de ayer”
Algunos
ejemplos de diálogos idiotas:
Armando: -
¿Qué soy?
Roberto: - Un pendejo
Armando: -
¡No! No te digo qué soy yo sino qué día es hoy….
Otro de dos
Policías después de una redada en un club gay:
Policía 1: -
Misión cumplida Comandante, agarramos a todos los mujercitos
Policía 2: -
¡Qué chingones somos!
Momentos
destacables:
-La brutal
pelea entre bandas
-La pelea de
gallos. Aquí no hay CGI, los picotazos y espolonazos son reales
-El asalto de
los criminales a casa de Rosario
-El lenguaje
grosero de Tun Tun
-Tun Tun
queriendo engañar a la interventora del autobús para pagar sólo medio billete
-El momento
Pretty Woman a la inversa de Linda y Roberto en la boutique
-Armando y
Tun Tun en el centro comercial y la absurda pelea a patadas embutidos en fundas
protectoras para trajes
-El genial
sketch de la venta de sangre en el laboratorio “chueco”.
-La descabellada
visita al local de ambiente con intención de atracarlo
-La cara de
Armando bajando en silla de ruedas las escaleras del parque. Da la impresión de
que temía realmente por su integridad física.
-La frase de
Armando al mafioso caído que resume la filosofía vital de estos personajes y
con la que se supone que se ha de identificar el público: “Tu eres karateka
pero yo soy un hijo de la chingada”
“Tres lancheros muy picudos” es cine basura
pero ya quisieran muchos directores subvencionados ser capaces de hacer en
algún momento de su carrera una película que de verdad le guste al público y reporte beneficios. Muy
divertida.
Notas:
-Alfonso
Zayas, galán de todo a cien, cómico chabacano y gesticulante pero muy
profesional capaz de interpretar sin complejos los personajes más disparatados.
-Cesar Bono
es polifacético actor de comedia especializado en pícaros de sustrato humilde.
Muy popular en su Mexico natal.
-El
austro-mexicano Hugo Stiglitz es un clásico de la psicotronia mexicana. Fue
homenajeado por Tarantino en “Malditos Bastardos” adjudicando su nombre al
personaje interpretado por Til Schweiger. Observando lo abultado de su
filmografía nos preguntamos si este hombre durante su vida ha hecho otra cosa
aparte de trabajar en el cine.
-El gigantón
peruano Roberto Ballesteros ha dedicado casi toda su carrera a las telenovelas
y en sus incursiones cinematográficas ha desempeñado eficazmente el rol de
villano.
-José René
Ruiz popularmente conocido como Tun Tun y lamentablemente ya desaparecido nos
dejó una pequeña colección de comedias en las que su presencia siempre era un
valor añadido.
-Lina Santos
(Linda) fue Miss Coahuila a los 18 años y ha sido una prolífica estrella en su
país. Algunos fans la llaman “caderotas”, no sé porqué será.
-Rosario
Escobar (Rosario) es otra de las infartantes actrices mexicanas que deslumbran
en este film. Su filmografía no es tan apabullante como las de sus compañeros
de reparto pero seguro que vale la pena indagar en ella.
El director
Adolfo Martinez Soares es digno sucesor de su padre Gilberto en el arte de
hacer películas como churros para conseguir buenos ingresos de taquilla dejando
en segundo plano la inquietud artística. Psicotronia no apta para sibaritas del
séptimo arte.
Calidad
Cinematográfica: 5
Psicotronia: 8
Gore: 5
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