“Seconds”
Dir.: John
Frankenheimer
USA.- 106
min.- Blanco y negro
Drama /
Thriller / Ciencia Ficción
Imagen: 1.85
: 1.- 35 Mm.
Sonido:
Monoaural
Música: Jerry
Goldsmith
Maquillaje: Jack
Petty; Mark Reedall
Fotografía: James
Wong Howe
Guión: Lewis
John Carlino según la novela de David Ely
Presupuesto:
4-5 millones $ Aprox. Sin confirmar.
Recaudación:
Estreno USA 1,75 millones $
Producción: Edward
Lewis, Rock Hudson
Prod. Co.: Joel
Productions, John Frankenheimer Productions Inc., Gibraltar Productions
Clasificación
moral: Rated – R (por desnudos)
Rock Hudson (Antiochus
"Tony" Wilson); Salome Jens (Norma Marcus); John Randolph (Arthur
Hamilton); Will Geer (Boss); Jeff Corey (Mr. Ruby); Richard Anderson (Dr. Innes);
Murray Hamilton (Charlie Evans); Elisabeth Fraser (Rubia rellenita); François
Ruggieri (Chica en el tocador); Thom Conroy (Asistente doméstico); William
Wintersole (Doctor en el quirófano); Frank Campanella (Hombre en la estación); Frances
Reid (Emily Hamilton); Barbara Werle (Secretaria); Edgar Stehli (Empleado
tintorería); Khigh Dhiegh (Davalo); Wesley Addy (John); Ned Young (Henry
Bushman); Dody Heath (Campesina); Robert Brubaker (Mayberry); Dorothy Morris (Mrs.
Filter); Karl Swenson (Dr. Morris); John Lawrence (Tejano)
Arthur
Hamilton es un respetable financiero empleado en una importante entidad
bancaria. Hombre discreto que vive de forma acomodada, tiene una hija con la
vida encaminada y una esposa madura pero atractiva de la cual se muestra
distante y frío. La madurez y la rutina han hecho de él una persona ensimismada
y con poca empatía. Una tarde cuando va a coger el tren de regreso a casa se le
acerca un extraño y sin explicaciones le entrega en mano un papel con una
dirección. Este hecho parece relacionado con unas extrañas llamadas que está
recibiendo de Charly, un amigo que suponía fallecido. Su antiguo camarada le
conmina para que acuda a las señas que le dio el hombre misterioso para
encontrarse con él. Arthur acude pero no ve a Charly, se encuentra con una
organización anónima que le convence para entregarse a un plan que ha de
cambiar su vida. Desde que llegó al lugar ha tenido cada vez menos posibilidad
de elección así que la maquinaria se pone en marcha para que el recatado
sexagenario salga convertido en una persona nueva, más joven, más atractivo y
con una nueva identidad. Ahora lo tiene todo para tomar las riendas de una vida
abierta a todas las posibilidades que su existencia gris había dejado atrás. Pero
no va a ser tan fácil porque cogerle el gusto a la libertad puede tener
imprevisibles consecuencias en su insólita situación.
Frankenheimer
con 21 años adquirió sus primeras experiencias como cineasta durante el
servicio militar en la Fuerza Aerea realizando documentales durante la guerra
de Corea. Después trabajó en televisión hasta que consiguió relevancia con su
cuarto largometraje “El Hombre de Alcatraz” (1962) donde se doctoró como
cineasta exquisito.
Pero el
realizador tenía otras inquietudes y con “El Mensajero del Miedo” (1962)
elabora su primera incursión en thriller político que ahonda en la paranoia y
la manipulación a medio camino entre la ambigüedad con alusiones a las purgas
del maccarthismo o la sugerencia de la manipulación mental con experimentos
como el MK Ultra y sus correspondencias al otro lado del telón de acero. United
Artists consideraba arriesgado el proyecto pero Sinatra que se implicó
personalmente desde el principio convenció al Presidente Kennedy para que
tocara los resortes que facilitaran el visto bueno de la productora. Fatalmente
al año siguiente JFK fue asesinado en unas circunstancias que a día de hoy
siguen rodeadas de interrogantes.
“Siete Días
de Mayo” (1964) reincide en el tema de la conspiración y “El Tren” (1964) es
otra pieza maestra desde el punto de vista artístico que aborda un pasaje
histórico de la Segunda Guerra Mundial.
Estando en
lo más alto de su carrera siendo un cineasta respetado y de éxito Frankenheimer
no puede reprimir su personalidad inquieta y contestataria y se embarca en una
empresa que a todas luces pintaba mal desde cualquier punto de vista.
Afortunadamente no se arredró y empezó a dar forma a lo que sería “Plan
Diabólico”
Quienes le
acusaron de justificar el Macarthismo se quedarían a cuadros cuando reclutó
para “Seconds” a cuatro actores crucificados en las listas negras: Will Geer,
Jeff Corey, Nedrick Young y como protagonista a un sobrio John Randolph en el
papel del desencantado Arthur Hamilton.
El otro
papel protagonista fue a parar a Rock Hudson. Nosotros en España tal vez no lo
sabíamos pero este peso pesado de Hollywood era homosexual. Hudson desde el
primer momento se sintió atraído por la idea de interpretar a un hombre
atrapado en una vida que siente como ajena. El personaje estaba concebido para
Laurence Olivier pero el inglés tenia problemas de agenda. El protagonista de
“Gigante”(1956) acababa de estrenar un film de espías “Mision Secreta” (1965) y
parece que le hub iera cogido el gusto a desmarcarse de sus roles habituales de
héroe y galán. “Plan Diabólico” parecía una ocasión perfecta para volcarse en
un proyecto que asumió como personal. Aportó recursos financieros, cosa que a
buen seguro terminó de convencer a Frankenheimer, propuso ideas como la de que
al protagonista lo encarnasen dos actores diferentes y dio la cara por el film
en una memorable rueda de prensa en Cannes frente a una jauría periodistas europeos
hostiles que le terminaron provocando un ataque de nervios.
La película
fue un fracaso comercial y de crítica pero los acuarianos como Frankenheimer
esculpen su arte proyectado hacia el futuro y el tiempo acaba poniendo las
cosas en su sitio. “Plan Diabólico” se adelantó varias décadas a su tiempo y
actualmente es una referencia imprescindible en lo relativo a conspiraciones en
el ámbito de la ciencia ficción y un film digno de estudio profundamente
filosófico. Esto en el fondo. En la forma entraremos luego.
Esta
obra es una de las más terroríficas y desesperanzadoras de la historia del
cine. No deja lugar a donde aferrarse. El protagonista es un ejecutivo de banca
con capacidad para conceder o denegar créditos, tiene control sobre su vida
pero pasados los cincuenta la estabilidad es frágil porque no se puede volver
atrás. Es el momento perfecto para ser tentado y esa tentación llega desde el
más allá, de alguien que parece haber vencido a la muerte de alguna manera. Es
irracional pero Arthur necesita calmar la tormenta interior que ha despertado
la llamada y acude a la temeraria cita. No es fácil el camino de acceso, quizá como
para que haya una certeza de que el cliente está convencido de su propósito.
Una triste tintorería de barrio y la entrada trasera de una empresa cárnica son
las puertas falsas que debe dejar atrás antes de acceder a la sede de “La
Organización”.
Esta primera
parte del film es la que se mueve en los parámetros del thriller. El director
está dando forma a una intriga característica de los relatos de espionaje donde
nada es lo que parece. En alguna de las dos tapaderas a las que accede Arthur
podrían surgir Bogart o De Niro de las sombras de la callejuela prestos a
estrechar su mano con una media sonrisa.
Ya en el
elegantemente sobrio escenario de la misteriosa compañía la situación se vuelve
surrealista. La novela de David Ely claramente refleja ideas propias de una
época en la que estaban de plena vigencia los relatos de ciencia ficción que
mediante metáforas aludían a la guerra fría, la energía atómica, la amenaza
comunista y los cambios sociales que amenazaban la estabilidad de la nación.
Así que si “Plan Diabólico” puede parecer en algun momento un episodio
extendido de “The Twilight Zone” no es algo casual.
Pero
Frankenheimer tiene mucho más que decir, se ha relacionado con gente influyente
y conoce los engranajes del poder. Su personaje ha decidido libremente salir
del redil y se ha metido en la cueva del lobo. Como el protagonista de “El
Proceso” de Kafka se ve impotente para oponerse a un control abstracto que no
tiene escrúpulos para utilizar drogas o chantaje sexual para conseguir sus
fines. Los tímidos intentos de Arthur para replicar son abortados por unos
personajes muy profesionales que le interrumpen cada vez que intenta hablar. Le
convencen de lo afortunado que es por participar en un tratamiento que le
convertirá en otra persona para poder empezar otra vida. “¿No cuesta menos
avanzar cuando no se puede volver atrás?” le dice el personaje interpretado por
Will Geer. Un lavado de cerebro en toda regla.
La
transformación pasa por una cirugía completa y nos encontramos después ya con
Rock Hudson. El actor grandullón estudió concienzudamente el trabajo realizado
por John Randolph para mantener los gestos y expresiones de Arthur Hamilton después
del cambio. La entrevista con el “consejero asesor” Davalo es otro momento de
gran cinismo. Aunque el deseo más profundo de Arthur era ser tenista
profesional en su nueva identidad tendrá que ser pintor.
Ahora vivirá
en un lujoso bungalow en Maalibú. Tiene un mayordomo que más que un sirviente
parece un centinela. Pintar le parece algo ajeno y se aburre como una mona.
Durante un paseo por la playa conoce a Nora Marcus, vivaracha y bohemia. Con
ella acude a una “romería” (según el doblaje al castellano porque una fiesta en
honor del dios Baco digo yo que será una Bacanal) y allí parece que por fin
Arthur (ahora Tony) se libera de su actitud encorsetada.
Accede a la
sugerencia de su criado de organizar una fiesta en casa y conocer a sus
vecinos. Como dato anecdótico, Hudson rodó algunas tomas estando realmente
borracho. Durante el convite conoce a una mujer que le dice:
“Hay un
ambiente aquí como de ritual, yo pertenezco a una agrupación especial,
estudiamos las sectas”
Y a mi
parecer esta breve escena tiene mucha más importancia de lo que se muestra como
un encuentro breve e intranscendente porque el director nos está dando una
clave para entender la película.
Dejando
aparte los mensajes entre líneas que se me escapan las conclusiones empiezan a
ser devastadoras. Tenemos a una persona que le ha ido relativamente bien en la
vida pero al cabo de los años se siente cansado y vacío. Compra el sueño de una
vida mejor y se da cuenta de que ha cambiado una esclavitud por otra. Cuando
intenta reencontrarse con la seguridad que le daba su familia descubre con
horror que su tiempo pasó y la vida ha seguido sin él.
Finalmente
“la organización” revela su verdadera cara. El poder de una trituradora para
quienes las personas son productos de los que todo se aprovecha hasta que dejan
de ser útiles. Una brutal metáfora de la sociedad.
La
realización de “Plan Diabólico” es durísima pero exquisita al tiempo. Los
créditos del maestro Saul Bass ya nos anuncian que no vamos a ver a Hudson en
una comedia. Son terroríficos sin nada que envidiar a los de “El Hombre de Los
rayos X en los Ojos” (1963) o “La Matanza de Texas” (1974), unas imagenes
distorsionadas de un rostro humano envueltas en una tétrica música de Jerry
Goldsmith (increíble la versatilidad del compositor) que harían salir corriendo
a cualquier espectador habitual de productos mainstream. Sin la grandiosidad de
Welles en “El Proceso” aunque con varios aspectos en común, Frankenheimer
utiliza el blanco y negro para avanzar sobre las bases del thriller y aportar
un aspecto sombrío y crudo a la historia.
La filmación está rebosante de
recursos sorprendentes, cámara subjetiva recortada sobre la multitud anónima,
grandes angulares, primeros planos donde apreciamos hasta el vello facial de
los actores, efectos surrealistas como en la escena del sueño, espacios
naturales rebosantes de fuerza expresiva en la playa y en el campo…
Necesariamente hay que mencionar al genio de la fotografía James Wong Howe.
Las escenas
del final son de las que pueden producir pesadillas viendo al hombre amarrado a
la camilla que va avanzando por varios pasillos consciente de que se acerca el
final. Solo podemos presenciar lo que ocurre impotentes para ayudarle porque
así lo quiere el director. Y el remate con esa imagen lejana que se ve después
de atravesar la luz hasta que funde en negro y aparecen las letras. Un terror
que apunta directo al subconsciente.
“Plan
Diabolico” es una obra maestra pero también un film depresivo, lúgubre y
triste. Cuidado.
Notas:
- La
influencia de “Plan Diabólico” llega hasta films como la popular TV movie de Antonio Mercero con guión de Garci
“La Cabina” (1972). También a “Las Esposas de Stepford (1975), “Videodrome”
(1983), “Society” (1989), “Abre los Ojos” (1997) o “El Club de La Lucha” (1999)
- Brian Wilson
era el cerebro creativo de los Beach Boys hasta que los abusos con la marihuana
y el LSD le produjeron un brote de esquizofrenia. No fue una buena idea meterse
en un cine a ver esta "Seconds". Según alguna biografía del músico cuando entró en la sala
habiendo ya empezado la película y escuchó a los personajes dirigirse al
“Señor Wilson” creyó que hablaban de él. No volvió a pisar un cine hasta dieciséis años después para ver “E.T.” (1982)
- Uno de los
miembros más destacados de “La Organización” se llama Ruby, como el mafioso que
mató a Lee Harry Oswald. ¿Casualidad?
- Al principio
del film cuando Arthur camina por la Grand Central de New York vemos iluminado
el número 2046 e inmediatamente pienso en el maravilloso film de Wong Kar Wai
del 2004 en la que un hombre también vive varias vidas en busca de la felicidad
en el amor.
- Los camiones
tapadera de “La Organización” que transportan carne de vacuno llevan un letrero
en la parte trasera: HI-PRO meat packing co.- another load from “Honest Arnie”
the used cow dealer.
Encontré casualmente en la web de fotos FLICKR una imagen curiosa acompañada de un comentario no menos curioso. ¿Existió realmente esa compañía cuyos vehículos e instalaciones serían aprovechadas por Frankenheimer? ¿Transportaban ganado o qué transportaban? Tal vez llevaban…. ¿seconds?
Encontré casualmente en la web de fotos FLICKR una imagen curiosa acompañada de un comentario no menos curioso. ¿Existió realmente esa compañía cuyos vehículos e instalaciones serían aprovechadas por Frankenheimer? ¿Transportaban ganado o qué transportaban? Tal vez llevaban…. ¿seconds?
Calidad
Cinematográfica: 9
Gore: 2
Psicotronia:
8
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